En los bajos del cerro Santa Ana y el barrio Las Peñas, hay gran cantidad de adornos y enseres que sirven para mejorar el entorno y dar seguridad a los peatones, pero muchos turistas opinan que la gran cantidad de mallas metálicas que hay tienen  “cercado

Mobiliario urbano: Bancas, tachos y postes elevan la calidad de vida, pero tambien afligen a algunos

Si hay algo que caracteriza o diferencia al mobiliario urbano de Guayaquil, es que por fuerza acá debe ser hecho para resistir. Mientras en las grandes ciudades del Primer Mundo, estos objetos y enseres ubicados en la vía pública están mutando hacia l

Si hay algo que caracteriza o diferencia al mobiliario urbano de Guayaquil, es que por fuerza acá debe ser hecho para resistir. Mientras en las grandes ciudades del Primer Mundo, estos objetos y enseres ubicados en la vía pública están mutando hacia la sustentabilidad, acá todavía se los fabrica pensando primero en cómo evitar que los dañen o los roben. La cuestión no es si deben o no existir en nuestras calles y plazas, cualesquiera sean sus características, bancas, postes, tachos y vallas son hoy imprescindibles para elevar la calidad de vida de los habitantes y mejorar el entorno natural del espacio público.

Muchos arquitectos y usuarios locales consideran, por ejemplo, que hay zonas de la ciudad con mobiliario adecuado. Pero no faltan quienes piensan que hay calles sobrecargadas de bolardos, esos postes enanos que impiden el paso o el aparcamiento de vehículos.

Las papeleras o tachos también tienen detractores. Antes que una ayuda, los consideran un dolor de cabeza para las viviendas próximas, que ven cómo su esquina se convierte en el vertedero del barrio.

La excentricidad o lo superfluo también rondan a veces al menaje de la vía pública. Por eso es importante que las ciudades se planteen algunas cuestiones a la hora de seleccionar o diseñar estos objetos. Por ejemplo: ¿El producto tiene un costo asumible? ¿Está disponible en el mercado? ¿Su instalación mejorará la calidad de vida de la gente? ¿No contiene elementos tóxicos o nocivos? y, ¿contribuye a mejorar económica y socialmente el entorno?

Luis Alfonso Saltos, arquitecto guayaquileño, con una maestría en Planificación Urbana y regional, expresa que son los criterios de diseño que se apliquen, los que deben justificar la instalación y la innovación de este tipo de enseres.

En ese contexto, recomienda al Municipio de Guayaquil repensar y adecuarse a los nuevos conceptos sobre espacio público y, por ende, a los criterios de diseño con lo que la regeneración urbana seguirá ejecutándose en nuestras calles.

“Estas áreas -agrega- deben tener el mobiliario que permita y promueva su uso, donde sean amigables con el ciudadano y su ubicación no solo sea para cumplir parámetros tecnocráticos sobre el espacio público, sino que generen nuevas actividades urbanas”.

La fundación municipal Guayaquil Siglo XXI, a cargo de ejecutar el plan de regeneración urbana, niega que exista un exceso o extravagancia en el mobiliario de las zonas intervenidas por ellos, que hoy forman gran parte de la ciudad. Wilfrido Matamoros, gerente general de la entidad, dice que, incluso, ante el constante robo de tachos y bancas, en ciertas áreas “hemos llegado al extremo de no ponerlos”.

En el caso de las bancas, estas se han convertido en sitios de reunión y de escándalos en las madrugadas. Matamoros revela que hay barrios que ruegan que no se los dote de estas.

Las malas costumbres son difíciles de revertir, no así los diseños y materiales de algunos objetos. Fausto Subía, ingeniero mecánico y contratista que dota de mobiliario a Guayaquil, dice que a la par que hoy se fabrican productos más amigables con el ambiente “y menos atractivos para los robos”, hay planes para instalar acá mobiliario más sofisticado, como bolardos inteligentes (con luces automáticas) y postes de semáforos con sistema braille para que los invidentes crucen las vías con más seguridad.

Con o sin estos avances, lo cierto es que los escenarios urbanos están a la orden del día y la sociedad demanda ciudades inclusivas, resilientes, con espacios verdes y lugares de ocio donde poder desarrollar una vida más sostenible.