Nada desnuda más la vida de un ser humano que su niñez y juventud. Y el caso del escritor Mario Vargas Llosa, de 83 años, no es la excepción. Es por eso que la infancia del peruano, marcada por la violencia y la ausencia es fundamental en el documental Mario y los perros, en el que el director Chema de la Peña recoge los primeros 26 años del Nobel de Literatura.

Allí se habla de un padre al que creía muerto, el posterior descubrimiento de que estaba vivo y la huida de la familia a Lima. Y fue para evadir los golpes de su progenitor que empezó a leer a Dumas y a Verne. “La lectura fue un refugio donde yo podía vivir otras vida”, dice en el largometraje.

La afición creció, incluso cuando fue enviado a un colegio militar porque su padre creía que así mataría su vocación por las letras. Pero no fue así. Aquella etapa le dio las bases para escribir y armar una prolífera carrera que lo llevó a ser considerado uno de los escritores más importantes en lengua hispana.

“Él es muy individualista, siempre en contra de la autoridad, y eso se lo da su padre, que quería acabar con los intereses artísticos y literarios de Mario porque pensaba que era gay, explica el director de la cinta. Cuanto más se le prohibía algo al joven Vargas Llosa, con más tesón lo hacía”.

La producción fue presentada el jueves 27 de junio en Madrid, España, en un evento en el que no podía faltar Isabel Preysler, de 68 años, pareja de Llosa desde el 2015.

Lograr el producto final no fue sencillo, sobre todo por los tiempos del protagonista. Según el cineasta, fue de gran ayuda contar con los archivos del autor en Lima, donde Vargas Llosa “tiene todo guardado, desde sus primeros escritos”, explica.