A los rezagos del fatal accidentes de tránsito que se produjo al mediodía del sábado en la Panamericana Norte, a la altura del puente de Guayllabamba, dejando tres víctimas fatales y varios heridos, todavía se los podía sentir ayer.

Las autoridades continúan investigando las razones por las que el tráiler cargado con gaseosas arrasó con más de una veintena de vehículos livianos, pero todo apunta a que se trató de un desperfecto mecánico.

En medio del dolor, han surgido varias historias, como la del fisioterapeuta Mauricio Toapanta, que pasó de ser una casi víctima más del siniestro a rescatista de hombres, mujeres y niños que no escaparon de la fuerza del impacto. Toapanta contó que el pesado vehículo venía pitando con la intención de que la mayoría de automotores se hagan a un lado, pero llegó un momento en que ya fue imposible.

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Relató que una vez que se produjo la tragedia y se aseguró de que su familia estaba bien, ‘se puso el traje de profesional’ y empezó a clasificar a los heridos por su estado de gravedad para dar los primeros auxilios.

Ahí pudo rescatar a varias personas, pero también vio cómo una niña y un hombre de la tercera edad habían fallecido. Se quebró en varias ocasiones y hasta pidió perdón a la hija del hombre adulto porque no pudo hacer más.

Mauricio reconoció que el conductor del tráiler no intentó huir del sitio en ningún momento y aseguraba que no fue su culpa, que se le fueron los frenos. Los indignados ciudadanos intentaron lincharlo, pero otra gente intervino para hacerles entender que en ese momento la prioridad era ayudar.