IESS: alerta temprana
En su organización general, el financiamiento del régimen previsional es un acto forzado de fe para sus usuarios. Es obligatorio; es compartido con el patrono (lo que lo hace un impuesto a la producción); es oneroso (demanda más del 20 % de la masa salarial en contribuciones de las partes); es administrado por un monopolio; y es un elemento crucial de la economía.
El trabajo de una persona es de propiedad del trabajador y de nadie más. Las contribuciones son del trabajador y no de ningún gobierno. El administrador tiene el encargo fiduciario de bien administrar los fondos que percibe en el desempeño de sus funciones. ¿Y cuáles son esas funciones? En primer lugar, asegurar que los dineros de cada contribuyente son preservados y capitalizados para que, una vez concluida la vida productiva del aportante, pueda percibir una anualidad en forma de pensión, anualidad (mensualidad en el caso) que resulta de la inversión de los fondos. Es responsabilidad del administrador, además, acumular los recursos que le permitan ofrecer los servicios de salud, financiamiento de vivienda, y otras prestaciones de auxilio financiero.
La noticia de que el IESS debe, en un solo año calendario, utilizar el 15 % de su patrimonio financiero constituido para poder pagar las pensiones, es una señal de alerta temprana de que sus finanzas están vulneradas. Quiere decir que los ingresos son insuficientes, o están mal administrados, o no son lo suficientemente líquidos para la prestación de los servicios ofertados.
Significa, además, que el fondo, que es generacional, está siendo redistribuido desde los actuales aportantes, hacia los presentes pensionistas. Significa, por lo tanto, que los aportes de estos últimos se han agotado. Y significa, finalmente, que cuando los actuales aportantes hayan concluido su tránsito de pagos, los futuros administradores podrían recibirlos con caras largas, pues no habrá nada que repartir.
Se ha configurado, en todo caso, otro tema más que deberá ser investigado objetivamente, a fin de determinar si el esquema previsional ecuatoriano es viable, o constituye un episodio más de frustración y desengaño para quienes pusieron su fe en una promesa incumplida.