Hay un aumento de niños y adolescentes en esta ciudad que acuden al consultorio del psicólogo por problemas de conducta o de salud mental, según indica el Instituto de Neurociencias de la Junta de Beneficencia de Guayaquil.

Esta es una tendencia que la han detectado también centros de atención médica general, como el Hospital Alcívar; y la confirman sitios dedicados a tratar estos casos, como el consultorio psicológico de atención gratuita al público de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG).

No todos van por los mismos motivos o síntomas, pero sí hay dos grandes causas comunes. La primera es la pandemia, que derivó en la muerte o enfermedad de familiares cercanos, la cuarentena, el prolongado confinamiento y la imposibilidad de asistir a la escuela y de interactuar con otros niños. En cambio, los obligó a convivir con la angustia de los padres por las dificultades económicas; y en otros casos, a sufrir violencia intrafamiliar o abuso sexual.

“Todo esto ha traído consigo un importante aumento de pacientes pediátricos en la consulta médica, con referencias de trastornos psicológicos y con los riesgos que esto conlleva: si no se atienden oportunamente, traerán problemas sociales en estas nuevas generaciones, y en casos más graves, suicidios y adicciones”, dice Raúl Alcívar, director del hospital Alcívar.

La otra gran causa es la creciente inseguridad y violencia que enfrenta el país, que los menores sienten de manera indirecta por el nerviosismo y preocupación que les transmiten sus padres; o directamente por lo que viven en sus entornos, como sus barrios o centros educativos.

En la tendencia y en las causas principales coincide Rodolfo Rojas, director del consultorio psicológico de la Universidad Católica. “Siempre ha habido problemas de salud mental en niños, pero ha estado subiendo la prevalencia”, afirma.

En esa unidad, el 37 % de los niños (hasta 13 años) presenta cuadros de autismo; el 35 % de los adolescentes, problemas de conducta; y el 20 o 25 % de los adultos, ansiedad y depresión.

Más elocuentes aún son las cifras del Instituto de Neurociencias: mientras en 2021 atendieron a unos 14.000 niños; en 2022 la cifra ascendió a 17.600. Esto es, 25 % más, según indica a EXPRESO la jefa de Consulta Externa, Elena Rodríguez.

En tanto, en el mismo período los adolescentes pasaron de 4.400 a 5.200. Casi 20 % más.

Al igual que en el consultorio de la Católica, en los infantes el motivo principal es el autismo; y en los adolescentes, los problemas de aprendizaje y de comportamiento social.

Rodríguez indica que, aparte de los casos de padres que llevan a sus hijos por temas específicos, están los derivados de los establecimientos educativos por motivos no académicos, como los relacionados con el consumo de drogas y la violencia. “Esto influye mucho”, expresa.

En efecto, el contexto de inseguridad incide de varias maneras. Primero, genera temor en los padres y, en consecuencia, ellos limitan o impiden a sus hijos salir a la calle. En otros casos, los menores no cuentan con esa supervisión familiar y presentan problemas de conducta.

¿Qué hacer ante esta tendencia? “El abordaje es integral. El Estado está obligado a brindar seguridad, educación, salud, etc. Pero siempre con un énfasis especial en los niños, que requieren además otro tipo de atenciones/acciones, dentro de las distintas entidades gubernamentales”, estima Raúl Alcívar.

Y, más concretamente, pide campañas de comunicación que hagan conciencia sobre la importancia de la salud mental y rompan el estigma o prejuicio que existe sobre las consultas psicológicas. Y que estas últimas incluyan una atención específica para menores de edad.

Rojas y Rodríguez resaltan la necesidad de que los padres se acerquen más a sus hijos, conversen con ellos, para detectar situaciones o darles seguridad en sí mismos, “de tal manera que no se dejen llevar por los retos, por las redes sociales o por lo que dicen sus amigos”.

Rojas, aclara, sin embargo, que muchos problemas están relacionados con ese período crítico de la adolescencia que es de cuestionar todo en las casas. “Hay padres que no están preparados para eso, creen que están perdiendo autoridad y entonces se responde como se responde. Eso exacerba la problemática”.

“Si los padres no son personas maduras, responsables, no podemos pedir que los niños lo sean”, coincide Rodríguez, que pide también el apoyo de la escuela para detectar problemas.

Allí, acudir al psicólogo es tan necesario como ir al doctor en problemas de salud física. La oferta de centros públicos es escasa, por lo que lugares como el Instituto de Neurociencias y el consultorio de la Católica son de gran ayuda para los padres.

CUÁNDO ACUDIR AL CONSULTORIO PSICOLÓGICO

La decisión de acudir al psicólogo pasa primero por superar el prejuicio que algunas personas mantienen sobre ello. Lo segundo es la dificultad para reconocer cuándo hay un problema de salud mental.

“Es muy fino, hay señales no muy concretas, pero en términos generales, por ejemplo, cuando uno se levanta muy triste, sin un objeto o causa aparente, y permanece así. Allí hay una señal de alarma”, dice Rodolfo Rojas.

Igual con los estados permanentes de hipersensibilidad (lloran por todo) o de ira (reaccionan siempre con violencia), etcétera.

Consultorios de atención al público

1. El Instituto de Neurociencias está ubicado en la avenida Pedro Menéndez Gilbert y atiende de 07:00 a 15:00. También da charlas y capacitación a los padres. 
2. El consultorio de la Universidad Católica está situado en la avenida Carlos Julio Arosemena, en la planta baja del edificio de Posgrado. Atiende de lunes a sábado, de 09:00 a 17:00.