
Gustavo Petro ofendió a Ecuador en la posesión de Daniel Noboa
Lo que ocurrió debe ser una anomalía diplomática única en la historia ¿Para qué vino el presidente colombiano?
Lo que ocurrió el sábado con el presidente colombiano Gustavo Petro en Ecuador debe ser una anomalía diplomática única en la historia de las relaciones de los países. No solo de la región, sino del mundo mismo.
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En la mañana del sábado 24 de mayo, Petro aterrizó en el aeropuerto Mariscal Sucre de Tababela y poco después, a las 11:13, hizo su ingreso en el hemiciclo de la Asamblea Nacional, donde iba a presenciar el acto de posesión de su colega Daniel Noboa. Poquísimos minutos más tarde, a las 11:17, puso en su cuenta de X un larguísimo, deshilvanado y alucinado mensaje en el que hablaba sobre la “democratización” de la Gran Colombia (el eterno delirio bolivariano), entre otras cosas. Lo que pudo haber sido un simple desvarío fue, sin embargo, una ofensa y una agresión al Ecuador, país al que acababa de llegar en calidad de representante del Estado colombiano.
Básicamente, Petro decía que en el Ecuador hubo un fraude electoral y que el gobierno ecuatoriano (sí, al que venía a rendir pleitesía) debía liberar a los presos políticos. Es decir, vino a la ceremonia de posesión de un gobierno, según él, ilegítimo y que además es una dictadura: presos políticos de conciencia solo hay en las dictaduras.
¿Para qué vino Petro entonces a la ceremonia de posesión de Noboa si sostiene que en Ecuador se consumó un fraude y hay una dictadura? Con su actitud daba a entender que venía como representante autorizado de ese fantasma que es la Gran Colombia para decirle a este territorio ubicado en el extremo sur, que está gobernado por una dictadura que ha usurpado el poder.
Las polémicas declaraciones de Petro
“La población de la gran Colombia está cruzada por denuncias sobre fraudes electorales, tanto en Venezuela como en Ecuador”, decía el presidente colombiano en su texto, equiparando, de forma insultante, las recientes elecciones en Ecuador con las de Venezuela, donde está probado que se cometió uno de los fraudes más desvergonzados y groseros de la historia moderna de la humanidad.
Una de las cosas más notables de este episodio tiene que ver con los tiempos: es evidente que Petro había preparado el texto antes de la ceremonia. Es absolutamente imposible para cualquier ser humano redactar un texto así de largo y enrevesado, como el que posteó, durante cuatro minutos, que es el tiempo que medió entre el momento que llegó a la Asamblea y cuando posteó su mensaje a las 11:17. El que haya tenido preparado el texto con antelación tiene harto significado.
Primero: lo hizo meditadamente, lo que quiere decir que ni su contenido ni su redacción fueron producto de un momento de apuro que se podría tener cuando se redacta en medio de una ceremonia. Segundo: no estaba borracho como se dice (sobre todo en Colombia) que está cuando redacta y dice cosas que pueden afectar los intereses de su país, como cuando se puso a polemizar con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, poniendo en riesgo las relaciones comerciales de su país.
¿Petro planifica sus 'metidas de pata'?
En definitiva, lo del sábado comprueba que se trata de un personaje que planifica sus supuestas ‘metidas de pata’, mucho más de lo que se piensa. Es tan célebre, por caótica y equívoca, la conducta de Petro en X que muchos han tratado de encontrar una explicación. La novelista y poeta colombiana Piedad Bonnett, por ejemplo, escribió no hace mucho una columna en El Espectador de Colombia titulada ‘Petro: el estilo es el hombre’. Ahí analizaba algunos de los trinos alucinados, líricos y casi incomprensibles que regularmente postea el presidente colombiano, y sostenía que una persona que no es capaz de ordenar dos o más ideas en un texto es porque es así: caótico, desenchufado y enajenado.
Pero independientemente de cómo se conduce el presidente de Colombia personalmente, está que aquello podría afectar las relaciones de su país con otras naciones. En el caso de Ecuador, Petro ya había dicho cosas que pudieran afectar las relaciones, lo cual no ha sucedido hasta ahora porque el gobierno de Daniel Noboa ha preferido ignorarlo para no hacer olas.
Las críticas del presidente colombiano a las elecciones
Petro, por ejemplo, fue uno de los pocos líderes del mundo, si acaso el único, que puso en tela de duda el resultado de las últimas elecciones, haciéndose eco de la alucinante tesis del expresidente Rafael Correa según la cual en las votaciones se usaron plumas con una tinta capaz de saltar de un casillero a otro.
Asimismo, dijo que las elecciones se habían desarrollado en medio de una militarización que incluía la presión a los votantes para que voten a favor de Noboa. Todo esto a pesar de que una observadora electoral de Colombia sostenía que todo se había cumplido en medio de una gran normalidad.
Luego también habló, sin sustento alguno, de una represión ordenada por Noboa en las calles del país. Uno de los episodios más gruesos, sin embargo, fueron sus declaraciones a la salida de la Asamblea formuladas a un periodista de Teleamazonas, que le preguntó si seguía desconociendo los resultados de las elecciones. Petro se detuvo, se demoró un par de segundos y con gran soberbia e ignorando la pregunta le dijo que Jorge Glas es un preso político. Es decir, estaba negando en suelo ecuatoriano, en calidad de representante del Estado colombiano, que Glas estuviera preso por haber sido sentenciado por corrupción.
Seguramente porque Ecuador no quiere poner en riesgo las relaciones con Colombia, que son importantísimas por su colaboración en la lucha contra las mafias y por su eventual asistencia energética, el gobierno de Noboa no ha reaccionado. O quizá porque se tiene la certeza de que Colombia está gobernada por un chifladito.
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