Guayaquil y las fiestas julianas

Guayaquil es una sociedad y urbe de un dinamismo inusitado, indetenible y de proyección al futuro. También es la historia de una ciudad-puerto que se fue creando y recreando como un proceso y un producto de un colectivo humano pujante, que ama la libertad, la autonomía, la independencia y que ha hecho de su economía y desarrollo urbano un ejemplo para otras localidades del país.

De ahí que cada llegada del mes de julio, cuando se celebra un aniversario más de su fundación española, siempre es necesario remitirnos a su historia. Especialmente al proceso social que la ha tejido como un espacio económico identificado con el comercio, la industria, la banca y otras actividades. Incluso como economía plural donde hay un enjambre de informales, que también la dinamizan. Pero sobre todo, como el lugar privilegiado donde múltiples agentes económicos, desde la libertad, despliegan su creatividad en los más diversos emprendimientos.

Por esto las fiestas julianas tienen que ser la rememoración y celebración de ese proceso de 481 años de vida. En él se fueron creando, forjando y proyectándose socialmente el espíritu, temple, energía y acción de eso que comúnmente se llama la guayaquileñidad, lo cual implica que las diversas actividades que se celebren durante estos 31 días tengan mucho de historia, de pasado, presente y futuro.

En el mes que se inicia no tenemos que ver solo el Guayaquil que celebra su cumpleaños. Fundamentalmente hemos de reconocer un núcleo humano vital que se ha fraguado en la acción cotidiana, que abarcando lo económico, social, cultural, artístico, musical, deportivo, etc., ha sabido renovarse, cambiar y proyectarse en el proceso de 481 años de existencia.

Por eso, en este julio queremos invitar a que la ciudadanía no solo participe en las festividades y en los diferentes actos que el Municipio ha organizado para tal celebración. Los convocamos a que conversen, analicen, discutan y evalúen cuánto Guayaquil ha hecho por nosotros y cuánto nosotros hacemos diariamente por Guayaquil, pues solo en la medida que seamos capaces de este diálogo positivo y del compromiso permanente con la urbe podremos decir que la ciudad seguirá siendo la Perla del Pacífico y el primer y más dinámico puerto del Ecuador, así como el espacio privilegiado donde el libre comercio es vida cotidiana.