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cambio de guardia
Escolta. Marciales y solemnes, los oficiales entrantes y salientes de la escolta legislativa intercambian armas e instrucciones a grito pelado.René Fraga

Otra forma de perder el tiempo

Nueva tradición inventada: un insólito cambio de guardia en la Asamblea. Durante 60 minutos, las más altas autoridades del país no hicieron nada.

El presidente de la República, Daniel Noboa; su canciller Gabriela Sommerfeld y un puñado de ministros de Estado; las máximas autoridades de la Asamblea Nacional, con el presidente Henry Kronfle y sus vicepresidentes a la cabeza, sentados en primera fila a ambos lados del mandatario; el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas; los comandantes de las policías naval y aérea; los subcomandantes de la Policía Nacional, los generales de distrito en pleno; asambleístas, subsecretarios, funcionarios variopintos… Todos ellos tienen algo en común y lo demostraron este miércoles de manera inapelable: les sobra el tiempo. En este país lleno de urgencias y de tareas inconclusas, se dieron el lujo de disponer de una hora entera de sus jornadas laborales financiadas por los contribuyentes para solemnizar con su presencia la más insulsa de las novelerías protocolarias que ha parido este país desde que Rafael Correa se inventó la ceremonia del cambio de guardia en Carondelet, a saber: la ceremonia del cambio de guardia en la Asamblea Nacional.

El presidente de la Asamblea hizo un llamado al consenso en presencia del presidente Daniel Noboa.

Presidente Noboa participó en relevo de guardia de la Escolta Legislativa

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“Expresión de la doctrina policial que ha permanecido a través del tiempo hasta la actualidad”, como dijo un maestro de ceremonias de afinada lira y dudosa inspiración; acto “marcado por la solemnidad y la tradición”, según las emotivas palabras del presidente Henry Kronfle, el relevo de la guardia policial en la sede legislativa es una ceremonia compleja y cargada de simbolismo cuyos profundos orígenes se remontan a… Ayer. Porque algo así nunca antes se le había ocurrido a nadie.

Este despliegue de uniformados con todas sus galas, de caballos enjaezados practicando rutinas de destreza en la explanada de acceso al edificio, de banderas ondeantes al viento y de resonantes dianas de corneta, de sables y de picas, es la primera vez que tiene lugar en esta casa y parece haber sido diseñado para complacer las aspiraciones estéticas del comandante de la escolta legislativa, Francisco Zumárraga, cuyas excentricidades ya son motivo de burlas soterradas en los pasillos de la Asamblea (la víspera, por ejemplo, con ocasión de un acto de “socialización” del proyecto de la universidad para la Policía en el salón del antiguo Senado, llenó el escenario de maniquíes adornados con vistosos uniformes de gala, todos diferentes, versión policial del famoso desfile de moda eclesiástica imaginado por Fellini: un recurso escénico que funcionarios y periodistas, legisladores e invitados especiales encontraron, francamente, hilarante).

El miércoles, en esta ceremonia solemne al aire libre hubo alfombra roja y calle de honor para las autoridades; banda de guerra, saludos protocolarios, himno nacional con izada de la bandera, intercambio de armas, gritos y botas restallantes. Durante un minuto y medio interminable, Daniel Noboa y Henry Kronfle permanecieron uno frente al otro, firmes y marciales, bien encajadas las gafas oscuras para evitar las incómodas miradas mutuas (acaso para escudriñarse mejor desde el anonimato) mientras se cumplían los pasos de los protocolos militares y las cornetas ahuyentaban a los pájaros. Luego el presidente de la República pasó a ocupar el lugar de precedencia, donde permaneció inmóvil con las manos sobre los muslos hasta la hora de marcharse. Lo hizo sin llevarse nada, ni siquiera un mensaje político remotamente significativo. Porque Henry Kronfle, el único que habló, no dijo nada.

El presidente de la Asamblea demostró una vez más de qué está hecho: encontrarse ante la plana mayor del poder Ejecutivo y de los mandos policial y militar en este país en estado de emergencia que atraviesa un conflicto armado interno; tener la oportunidad de dirigirles la palabra durante cinco minutos y despachar un olvidable discurso de ocasión, bordado de lugares comunes, llamados al consenso, elogios a la diversidad de opiniones, frases sonoras y vacuas. Hasta los comunicadores de la Asamblea tuvieron dificultades para encontrar un segmento destacable para el boletín de turno.

Perlas de un día solemne

Noboa asistirá por primera vez a un relevo de guardia en la Asamblea Nacional.

Asamblea Nacional espera asistencia de Noboa para relevo de guardia

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Retórica policial, digna de ‘Pantaleón y las visitadoras’: frases chispeantes de un maestro de ceremonias de uniforme dirigidas a “los caballeros de la paz, para quienes la inmortalidad es la expresión de sublimes ideales”. “Ustedes son un jardín sin muros, una viña sin guardia (curioso elogio para un pelotón de guardias), un tesoro siempre abierto para los que pasan”. Así, una hora.