Un día, Víctor Hugo Montaño Zatizabal aceptó defender a un joven acusado de pertenecer a una banda dedicada a la extorsión y al narcotráfico. Así lo asegura un allegado que pidió no ser identificado.

El abogado, de 53 años, creía en la justicia y en la presunción de su inocencia, y pensó que podía ayudar a su cliente, sin embargo, creen que eso le habría costado la vida. El 12 de enero, Víctor Hugo salió de su casa en el centro de Esmeraldas y fue al sector de la Bahía, donde vende jugos su hermano menor. 

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A él le contó que tenía que ir a la Fiscalía a realizar unos trámites sobre el caso de su defendido, y que volvería pronto. Su pariente le pidió que tuviera cuidado. Víctor Hugo le sonrió y le dijo que no se preocupara. 

Desde ese momento nadie supo más del abogado. Colegas y familiares no daban razón de su paradero. La tarde del miércoles lo hallaron muerto en un terreno del recinto Wínchele, de la parroquia San Mateo, del cantón Esmeraldas. 

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Trabajadores que cosechaban plátano vieron el cuerpo que se encontraba en avanzado estado de putrefacción. En la morgue, su familia lo reconoció. Policía investiga si la muerte de Montaño estaría relacionada con sus actividades profesionales

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