La inflación global, generada por la guerra entre Rusia y Ucrania, terminó por tener un efecto en la canasta exportadora    ecuatoriana. Si bien las exportaciones no petroleras crecieron el año pasado (16,5 %, ), estas lo hicieron a menor ritmo, debido a una desaceleración, que vino sobre todo, de la compra de    productos no tradicionales.  Según el Banco Central del Ecuador (BCE), por esta oferta se facturaron $ 9.003 millones o un 14 % más, un crecimiento que, sin embargo, estuvo por debajo de la expansión del 26 % que se llegó a registrar un año previo.

Según el reporte del BCE, el país llegó a recibir menos ingresos de los esperados en varios sectores, como el minero. Hasta diciembre, esta industria logró facturar 2.775 millones, si bien    eso fue un 32% más, su crecimiento estuvo lejos del 99,2 % reportado en el 2021. Igual comportamiento se observó en otros segmentos, como las flores, donde la expansión del 12% que tuvo un año antes llegó a descender al 2,5 %. Igual pasó con la venta de aceite vegetal, cuyo ritmo decreció de un 32% a un 20%, el cuero que fue de un 57 % a un 7 % y la fruta, de un 12 % a un 9%. En otros nichos como la manufactura de metal, en cambio,    hubo reversión de cifras. Del crecimiento del 49 % que llegaron a tener en 2021, esta decreció en un 6,4 % el año pasado.

Felipe Ribadeneira, presidente de la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexpor), sostiene que estos resultados se explican, en la mayoría de casos, por alta inflación que experimentaron varios mercados y que llevó a mermar el poder adquisitivo de los consumidores. Un escenario, dice, al que hay que sumar la fortaleza que tuvo el dólar, lo que abonó a que afuera los productos locales se vendieran más caros. “Es que cuando todo está más caro, la gente decide qué comprar y muchas veces ya deja a un lado la calidad por adquirir los más económicos”, dijo.

María Eulalia Silva, presidenta de la Cámara de Minería del Ecuador, explica que en el caso de minería, los resultados no responden tanto a un problema de demanda sino a la estabilización de la producción , que arrancó en el 2018 sus operaciones con la actividad de dos mineras con un repunte en la oferta (en 2019, 2020 y 2021) que hoy tiende a estabilizarse.    Aún así, destaca, ese 32 % de crecimiento debe ser visto como un dato positivo, pues se trata de un sector que está generando hoy en día más de $ 2.700 millones de divisas, versus los nulos ingresos que antes generaba.

El menor ritmo de venta, sin embargo, abonó a que el 2022 cerrara con un mayor déficit no petrolero. Este terminó en    $ 1.630 millones, un 51 % más que el año previo. Esto porque las exportaciones, que excluyen al crudo, fueron menores ($ 21.071 millones) que las importaciones ($ 22.702 millones). Es decir, más fue el dinero que salió del país que el que ingresó.

La expectativas de mejora    no son tan alentadoras para este año. Desde Fedexpor estiman que las exportaciones para este 2023 podrían crecer solo a un dígito, tomando en cuenta que los niveles de inflación aún podrían tener una repercusión. Ante ello, insisten en la necesidad de revisar la estructura de costos que, desde el Gobierno podría llegar con una disminución de tasas en los créditos que requieren las empresas para producir o    con la concreción de tratados comerciales, como el de Costa Rica y China, que ya tienen una firma. Al sector privado, dice Ribadeneira, le tocará fortalecer    su gestión comercial para evitar que el ritmo de venta se siga desacelerando.