Doctrina Macron

El presidente francés Emmanuel Macron invitó a París a su par ruso, Vladimir Putin, como primer visitante oficial extranjero; luego, el presidente estadounidense Donald Trump asistirá a la conmemoración de la Toma de la Bastilla de este año. Con este gesto de acercamiento a dos líderes mundiales que no ocultaron sus esperanzas de que nunca llegara al Elíseo, Macron sienta las bases de una nueva y ambiciosa política exterior francesa. El mensaje que envía es que estará disponible para negociar con quienquiera que tenga voluntad de hacerlo, pero sin disfrazar los desacuerdos. Su política exterior busca recuperar para Francia un lugar central en el mundo, sin abandonar el firme compromiso con Europa. La eficacia de la política exterior de Macron dependerá de su capacidad de revertir la situación económica de Francia. Macron posee algunas habilidades y atributos valiosos de los que su antecesor carecía: carisma innegable, capacidad para conectar con los líderes extranjeros (en parte gracias a su fluido inglés), sólido entendimiento de las cuestiones globales y determinación de implementar una reforma económica. Macron también contará con la ayuda de factores externos: ha habido una mejora sustancial de la situación económica en Francia y en toda Europa. Además, Francia y Alemania comienzan a hallar convergencias en una larga lista de asuntos internacionales. Si a esto se le suma el aislamiento autoimpuesto del Reino Unido y las erráticas políticas de “Estados Unidos primero” de Trump, Macron parece bien encaminado a convertirse en un defensor clave del multilateralismo. Es verdad que aún si Macron logra conducir un cambio de la situación económica, Francia nunca tendrá los medios ni la ambición para sustituir a EE. UU. en la escena mundial. Pero lo que sí quiere Macron es que Francia ejerza más influencia en el sistema internacional. Apenas un par de semanas después de su victoria electoral, Macron denunció a medios de prensa estatales rusos por emplear “propaganda mentirosa” para dañar su reputación durante la campaña (sin por ello distanciarse de Putin). Ningún líder francés desde Charles de Gaulle se hubiera atrevido a plantarle cara a Rusia tan abiertamente. Pero en la perspectiva de Macron, ningún diálogo es posible sin antes dejar asentados los desacuerdos que definirán la relación bilateral y una dinámica de poder clara. La mayor prueba para la relación rusofrancesa será Siria, un tema que hasta ahora Macron manejó con destreza. En cuanto a Trump, lo que más le preocupa a Macron es su decisión de retirarse del acuerdo climático de París, y planea trabajar con la canciller alemana Ángela Merkel para conseguir que EE. UU. revierta esa medida. Además, Macron tiene otro objetivo en relación con Trump: evitar que los desacuerdos afecten la defensa de intereses compartidos, especialmente en la lucha contra el terrorismo. Por supuesto que las amenazas de Trump en el sentido de desvincularse de la OTAN también preocupan a Francia. Pero París siempre trató de mantener una capacidad de autonomía estratégica, y Macron espera que el debilitamiento de las garantías estratégicas dadas por EE. UU. convenza a los europeos de hacer lo mismo. Todavía no hay una “doctrina Macron”, pero ya comienzan a delinearse los objetivos del nuevo presidente francés en materia de política exterior: revertir la decadencia económica de Francia para aumentar su credibilidad; reforzar el eje francoalemán en Europa; fortalecer el papel de Europa en el mundo; y dialogar con todos. Es una estrategia realista, pero para nada cínica.