Determinar qué tan eficiente puede ser un debate a la hora de decidir por quién votar no es una ciencia exacta. Más en Ecuador, donde esta práctica se está recién instaurando, al punto de que aún se busca la metodología para que el cara a cara de los candidatos no termine siendo un conjunto de propuestas personales.

Hoy el país acude a su segundo debate presidencial institucionalizado (obligatorio) y al primero entre dos finalistas, Andrés Arauz de la alianza Unión por la Esperanza (UNES) y Guillermo Lasso de la alianza CREO-Partido Social Cristiano (PSC), con posturas ideológicas diametralmente diferentes, por lo que se espera que tenga mayor condumio que el que se desarrolló entre el 16 y 17 de enero, con los 16 aspirantes.

La pregunta es si este careo tendrá el poder suficiente para inclinar la voluntad de los electores indecisos o de aquellos que votaron por otra opción en la primera vuelta, hacia una de las tendencias finalistas. Al respecto hay diferentes puntos de vista.

Luis Verdesoto, vocal del Consejo Nacional Electoral (CNE), piensa que si bien un debate no define la totalidad de una decisión de votación, es un ingrediente importante que desencadena y ordena los elementos de la decisión electoral. Reconoce que en términos prácticos es muy difícil declarar un ganador o perdedor de los debates, más allá del posicionamiento de esta idea para impulsar las campañas de uno u otro postulante.

Aunque no del todo decisivo, este ejercicio, sin embargo, sirvió en primera vuelta para visibilizar a algunos candidatos que el 7 de febrero obtuvieron resultados significativos y cuya votación es el reto a conseguir de los finalistas en el balotaje.

Pedro Donoso, analista político y director de Icare, opina que el valor o influencia del debate, en términos políticos, depende del momento y las circunstancias en que se produzca, y que el careo del domingo sí podría definir algunas cosas.

Basado en un estudio de la encuestadora Perfiles de Opinión, Donoso considera que el careo organizado por el CNE en primera vuelta arrojó algunas novedades: si bien el voto duro de los candidatos Arauz y Lasso no ha variado incluso desde antes del inicio de la campaña de primera vuelta, en cambio esta presentación sí jugó a favor de las candidaturas de Yaku Pérez y Xavier Hervas.

Aunque no se incluye en este análisis a Pedro Freile, del movimiento Amigo, su participación fue destacada en positivo especialmente en las redes sociales, lo que le hizo más visible ante un electorado indeciso.

“Podríamos decir que Pérez y Hervas son ‘candidatos hijos del debate y del día de la elección’. Es decir, un gran porcentaje de su votación estuvo determinado por estos factores, según la encuesta”, sostiene Donoso.

Por su parte, la encuestadora Cedatos en un estudio realizado entre el 12 y 16 de marzo encontró que el 34,5 % de los ecuatorianos habilitados para sufragar no tienen decidido por quién votar en la segunda vuelta. El 57,5 % ya lo definió. El mayor número de indecisos está entre los menores de 25 años.

Para Sebastián Mantilla, director del Centro Latinoamericano de Estudios Políticos, precisamente para este grupo, los jóvenes indecisos, este ejercicio de contraposición de ideas entre los candidatos finalistas será importante. Y si bien no definirá votos automáticamente, permitirá aclarar las propuestas y de qué manera las ejecutará cada uno en su eventual Gobierno.

“El desempeño de los finalistas debe ser muy cuidadoso porque cualquier acción o enunciado puede significar ganar ciertos puntos, pero también perderlos. Asimismo, es importante que el CNE haga una correcta difusión de esta actividad. Entiendo que el primer debate tuvo un rating de aproximadamente 30 puntos. Este debería tener más”, estima Mantilla.

El Consejo Nacional Electoral (CNE) le ha informado a EXPRESO que se intensificó la difusión del debate de hoy domingo a través de los canales oficiales del organismo electoral. La expectativa es que exista una audiencia mayor a la registrada en el primer careo presidencial.

CADENA

Los medios de comunicación, por disposición del CNE, tienen la obligación de conectarse y transmitir de forma gratuita el debate.

Sin posibilidad de eludir el careo

El último debate cara a cara del que se tiene registro entre los finalistas en la carrera presidencial se produjo en 1984, entre León Febres-Cordero del Partido Social Cristiano (PSC) y Rodrigo Borja de la Izquierda Democrática (ID).

La intensidad del debate produjo ciertos roces entre los aspirantes y fue necesaria la intervención del moderador de ese encuentro, el comunicador Alejandro Carrión. Entonces el debate no era obligatorio para los aspirantes y fue organizado por un canal de televisión.

¿Qué pasó? Aunque en la primera vuelta ganó Borja, en la segunda y definitiva triunfó el líder socialcristiano. Muchos atribuyeron en buena parte la reversión del resultado a la actitud más vehemente y decidida de Febres-Cordero.

De ahí en más, no ha habido otro careo entre finalistas de una elección presidencial. En 2017, la Cámara de Comercio de Guayaquil organizó un debate tanto en primera como en segunda vuelta, al que fueron invitados Guillermo Lasso y Lenín Moreno, quien decidió no acudir. Con las reformas al Código de la Democracia, que estableció la obligatoriedad del debate, se redujeron las posibilidades de rehuir este compromiso.