En los años 70 para los indígenas venir a la Costa representaba un espacio de trabajo, de comercialización o construcción. Sus principales actividades sociales y religiosas se realizaban en sus lugares de origen, y el retorno a sus ciudades era continuo. 

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A partir de los años ochenta, la migración fue definitiva. “Una de las explicaciones de gran parte de los investigadores es que este fenómeno se debe a que el agro ya no se presentaba como una alternativa de subsistencia.

Estos migrantes se trasladaron a Guayaquil, instalando negocios propios, generalmente vinculados a la comercialización de víveres; además de laborar como cargadores, estibadores y albañiles. Muchos de ellos fueron, incluso, los que iniciaron las invasiones en los Guasmos.

Ya en los 90 se crearon varias organizaciones indígenas guayaquileñas, entre ellas la Federación de Iglesias Evangélicas del Litoral (Fiiel)”, señala Nora Fernández, en su investigación Migrantes kichwas y Regeneración y urbana en Guayaquil.

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Según el INEC (2023), en el país un 7,7% de los ecuatorianos se considera de esta cultura, es decir 1.301.887 de habitantes y solo el 3,95% todavía habla algún idioma indígena. Guayas concentra a la mayor población del país de mestizos, indígenas, afroecuatorianos, blancos u otros, en un 25,9%.

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