Debemos sincerarnos
El vértigo de transformaciones que se vive hoy, el observar los logros y aportes de la ciencia y la tecnología, el reconocer los descubrimientos que cada día nos develan más sobre el cerebro y la inteligencia humana, nos reclaman urgentemente y con claridad, la necesidad de un cambio fundamental en la educación, su diseño, sus proyectos, sus metodologías.
Dicho lo anterior, creemos vital un replanteamiento de la forma de enseñar en el Ecuador, donde lamentablemente conocemos de bachilleres que apenas saben leer y no siempre escribir; se vuelve necesario por tanto, el que abordemos el asunto sin ánimos de propaganda ni mercadeo. La calidad y la calidez fueron un hermoso eslogan bajo el cual ocultaron ineficiencia y acoso, pues se mal interpretó el fin de la educación pública nacional.
No debemos obsesionarnos por aquello de que, si la educación fiscal es mejor o peor que la privada; lo importante, es hacer que aquella sea buena y cumpla la función de desarrollar la inteligencia del niño y del adolescente que tiene a su cargo. Gracias a Dios no están lejos los tiempos en que los colegios fiscales entregarán a la sociedad excelentes ciudadanos.
Por tanto, conviene hacer un diagnóstico real, cierto, sincero, de las condiciones en que aprende el alumno de la educación pública y construir para este una estructura sólida en la que se aproxime al conocimiento y aprenda a trabajar con él. La tarea no es fácil, pues implica a lo mejor diversidad de proyectos o modelos que atiendan dentro de una misma institución, las diferencias de aprendizaje que actualmente existen, para que unos no se aburran por no entender y otros no se echen a perder por lo fácil de la exigencia.
Hablar de educación, cambios, actualización, implica trabajar desde la honestidad de un diagnóstico preciso, para poder, solo entonces y sin miedo, aplicar los necesarios correctivos.
¿Queremos rescatar la educación pública? Pues hagámoslo con entereza, dolor y verdad, para poder al fin marcar un punto final a una etapa de dispendio y poca atención, incluyendo valores, principios, que formen al hombre.