Una cosa es ser un candidato presidencial que habla poco para que su palabra no afecte sus posibilidades electorales. O que prefiera guardarse lo que piensa porque hablar le puede significar controversias que le cierren las puertas a acuerdos políticos de gobernabilidad.

Pero otra cosa muy diferente es la de un presidente electo al que le faltan semanas para hacerse del poder y que no dice nada sobre los grandes temas que tiene que afrontar. 

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Ese es el caso de Daniel Noboa: le fue muy bien economizando las palabras cuando era candidato, pero ahora que es presidente electo le está quedando muy mal ese apego al silencio. 

Un presidente electo tiene que dar pistas sobre cómo va a abordar los temas más urgentes que le esperan.

Es en ese sentido que el silencio de Daniel Noboa sobre la crisis energética por la que está pasando el Ecuador está empezando a oler mal. Noboa no tiene que salir a lanzar latigazos (como muchos le están pidiendo) a supuestos o posibles culpables de lo que está ocurriendo o a pedir juicios a quien muchos están viendo como los responsables de esta crisis. 

Eso, en realidad, sería unirse a una cacería de brujas que varios sectores están buscando para lucrar políticamente.

Como presidente electo que va a tomar las riendas del poder en poco tiempo, Noboa debería lanzar pistas sobre cómo va a afrontar no solo este, sino muchos otros que atormentan a la sociedad ecuatoriana. 

Se extraña, por ejemplo, que no haya salido a anunciar una estrategia para conseguir, de la forma más rápida y eficiente, mecanismos de generación de energía que cubran el déficit que tiene el Ecuador. 

También se extraña que no haya anunciado alguna iniciativa legislativa que permita liberalizar el mercado de la generación energética para que la empresa privada pueda participar más en ese campo. 

O que simplemente pida una reunión entre el equipo que se supone ya debería tener para el tema energético y el del actual Gobierno que está lidiando con la crisis. Pero ni lo uno ni lo otro: Noboa recién llegó de un viaje a Europa del que muy poco se sabe y aun así no ha dicho nada sobre los apagones. 

El de los cortes de electricidad es uno de los temas que más están sofocando la vida de los ecuatorianos, como también lo es el de la seguridad y los ciudadanos aún no tienen idea qué está pensando el nuevo presidente sobre todo esto.

En el caso de Noboa, el tema de su silencio sobre la crisis energética tiene una característica adicional: en el debate de la primera vuelta fue el único tema sobre el que dio cifras y al que le dedicó casi todas sus intervenciones. Quienes lo vieron y adicionalmente votaron por él en la primera vuelta, en virtud de lo que expuso en aquel debate, deben estar sintiéndose defraudados. ¿Si tanto parecía saber ese día ahora no tiene nada que decir?

Llama la atención, además, que si en la reunión para la transición que tuvo con Guillermo Lasso pidió una reunión del Consejo de Seguridad para analizar el tema del crimen en el país, con este tema no haya hecho algo similar. 

A juzgar por esta falta de definición sobre el tema energético, cualquiera podría pensar que no va a ser una prioridad durante su gobierno.

El país está ahogándose de angustia por lo que ocurre con la energía eléctrica. Parecería que se está regresando a escenarios que únicamente eran pensables en los años 90 y la persona que va a dirigir el país en pocas semanas más no tiene nada que decir.

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