En nuestro imaginario actual “democracia” equivale a “bien”. Todos la defienden, pobre quien la critique. Hoy me atrevo a decir que la democracia puede ser perjudicial. En un ámbito específicamente: política exterior. Tomemos en consideración a Rusia. Podemos establecer cualquier crítica al régimen, pero en lo que a política exterior se refiere, Rusia sigue siendo Rusia. En otras palabras: tiene objetivos claros y por lo tanto sus acciones son congruentes (y predecibles). Rusia (o Putin) quiere reconquistar su influencia en Europa del Este. Sin mayor división de poderes, ni importancia de la opinión pública (concentrada en manos del Gobierno) la anexión de Crimea fue realizable. Mientras menos manos estén involucradas, resulta más fácil direccionar el barco. Ahora, pensemos en Estados Unidos. Evaluemos dos momentos históricos. El primero al finalizar la I Guerra Mundial. El presidente Woodrow Wilson había diseñado prácticamente la Sociedad de Naciones y sin embargo el Congreso decidió que el país no financiaría la organización. Siguiente momento: guerra de Vietnam. Ante la oposición de varios sectores, no hubo más remedio que retirarse. Especialmente tomando en consideración que estos sectores se traducen en “votos”, y en un país donde las elecciones tienen importancia, no es tan fácil ignorar su opinión. Así se complica la definición de su rol como actor internacional.

Llevemos este principio a un organismo supranacional, donde en decisiones de política exterior todos los países deben estar de acuerdo. Cada uno, buscando representar tanto los intereses de su Gobierno como de sus ciudadanos. La situación llega a extremos: la UE como bloque busca firmar un TTL comercio con los Estados Unidos. Varios de los ciudadanos de sus Estados quieren lo opuesto. Como la organización defiende valores democráticos (libertad de expresión), ha financiado grupos que se oponen a lo que la Unión busca. Es así como ser tan democráticos los ha llevado a dispararse en el pie. Y por eso es que en la carrera internacional, Europa parece ser un participante cojo.

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