En el kilómetro 8 de la vía Pifo-Papallacta, al oriente de Quito, se respira una aparente tranquilidad. Las montañas, el verdor del paisaje y el sonido de los riachuelos que cruzan por la zona contribuyen a percibir esa calma. Sin embargo, quienes habitan en los alrededores han dejado de sentirla. Ahora están preocupados, asustados.

La incertidumbre de los lugareños se incrementó luego de que la mañana del jueves 19 de octubre encontraron un cuerpo desmembrado junto a una calle lastrada que lleva al sitio conocido como Sacha.

El cadáver estaba distribuido en dos bultos, debido a que sus extremidades habían sido desprendidas por sus asesinos. Para envolverlo, los criminales usaron un plástico similar al que se emplea para embalar maletas en los aeropuertos. Según fuentes policiales, los restos presentaban heridas presuntamente provocadas por un arma cortopunzante, en diferentes áreas. Ayer la víctima fue identificada como Ramiro Alexander Lozano Quiguango, quien el 30 de septiembre pasado había cumplido 27 años.

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El sitio del hallazgo es cercano al lugar donde ocho días antes, el 11 de octubre, un camión cargado con más de media tonelada de cocaína se volcó. Esta coincidencia ha hecho que los habitantes relacionen un hecho con el otro, porque no les parece una coincidencia, comentaron en la zona.

Kléber Carrión, exmiembro de unidades contra el crimen organizado, explica que la manera en que se dieron los hechos hace sospechar que hay nexos entre ellos. Además, precisa que es una de las formas de operar del narco. El especialista dice que el objetivo principal durante un traslado de droga es cuidar la mercadería, porque esta representa todos sus ingresos. 

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