Deslave- Gasca- damnificados
Mascota rescatada. Una mujer camina con su perra, luego de encontrarla a salvo en una vivienda aledaña.Gustavo Guamán/EXPRESO

El aluvión que deja historias truncadas

La cancha de ecuavóley fue declarada zona cero para seguir con la búsqueda. En Medicina Legal cada grupo familiar vivió el drama a su manera

-Buenas tardes, tío Juanito. 

-Cómo te va, mijita. 

Este breve diálogo retumbaba ayer en la cabeza de Doris Tingo, que por momentos se reprochaba no haberse acercado el domingo pasado para saludar con más calma y tiempo a Juan Vicente Tingo Llanga, de 57 años, al que calificó como el tío más querido de la familia.

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Él, de profesión taxista, se convirtió en una de las 28 víctimas mortales que deja el aluvión que devastó parte del sector de La Comuna y La Gasca, en el noroccidente de Quito. Con la mayoría de fallecidos y desaparecidos compartía algo en común: su pasión por el ecuavóley. De ahí que la tragedia le llegó en la cancha en la que se jugaba a diario este popular deporte.

“Pasaba en su carrito pitando y levantando la mano. A mi papito, su hermano, nunca le dejó solo. A ambos les gustaba la música nacional. Ese era su otro amor. Deja cinco hijos en la orfandad. Esto no es justo”, señaló Doris.

Algunas familias llegaron ayer, desde muy temprano, al Departamento de Medicina Legal de la Policía Nacional, ubicado en el norte de Quito, para tener información de sus allegados.

Aunque nos ven fuertes, hay ratos en los que nos quebramos. Vemos las razones por las que pasó esto y me indigno.

Melany Tacuri,
​nieta de fallecido

En la puerta daban el nombre completo del pariente. Los policías revisaban un listado y les confirmaban que tenían el cuerpo o que no había llegado nadie con ese nombre a la morgue, lo que alargaba la búsqueda hacia hospitales o albergues.

“Aquí está”, gritó desde atrás de las mallas Milton Chasig a los familiares que lo esperaban afuera. Él buscaba a su cuñado René Pérez, de 52 años, chofer profesional y amante del ecuavóley. Nativos de Cotopaxi, cuando migraron a la capital escogieron para vivir el sector de La Comuna, porque se sienten comuneros

“La semana pasada hablamos, le felicité porque se compró un carro y hasta empezamos a planificar un (recorrido a) campo traviesa. Esa era nuestra otra pasión. Y los asados. Me los debes”, dijo Chasig, mirando hacia el cielo.

“Alegre, juguetón, buen padre”. Así es como recordó Janeth Criollo a su primo Patricio Criollo, de 46 años, a quien de cariño le decían el Pollo en el gremio de camioneros, del que era parte. Por la pandemia, no habían podido verse desde hace unos dos meses, pero a través de las plataformas tecnológicas ya planificaban hasta un baile para cuando todo esto termine. “Bailarín. Buen bailarín era mi pollito”, añadió con nostalgia la mujer.

La gente de la zona metimos mano y mi cuñado fue uno de los últimos rescatados en la madruga. Es muy doloroso

Milton Chasig,
cuñado de fallecido

A pocos metros, Melany Tacuri esperaba junto a su abuelita que les entreguen el cuerpo de su abuelito César Chamorro, de 65 años, taxista de profesión y solidario por convicción. “El mejor abuelito del mundo, él dejaba de comer para que el resto de personas estén bien, especialmente sus nietos. Le gustaba la música rocolera”, rememoró Melany entre lágrimas.

La última vez que lo vio fue el lunes a eso de las dos de la tarde, unas horas antes de la tragedia. Llegó a la casa de su nieta con una funda de aguacates para el almuerzo y le instruyó que comparta con una vecina. Luego se habría trasladado a la cancha a presenciar un partido.

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Limpieza. A las labores de los miembros de la fuerza pública se sumaron moradores del sector, para contribuir a dispersar el lodo que tapó calles y destruyó viviendas.EXPRESO

Ahí también estuvo por última vez el padre de Yolanda Cevallos, Ángel, de 61 años. “Activo, deportista y preocupado siempre por su familia”: así es como lo recordaba ayer en los exteriores de Medicina Legal. Fue parte del cabildo de La Comuna, por lo que este carpintero era respetado no solo por su trabajo, sino por sus luchas ante las autoridades, a quienes habían advertido del peligro latente que corría el sector por la deforestación.

En la cancha, la fatídica tarde del lunes no solo se jugaba ecuavóley. Otro grupo de personas participaban en un juego de baraja. Ese es el caso de Luis Alfredo Llanga Ortiz, de 50 años. Su primo Christian Tingo llegó a la morgue para saber de su situación, porque no tenía familiares más cercanos, como hermanos.

Es un momento muy duro, porque no solo afecta a mi familia. Somos vecinos, conocidos, amigos en esta situación.

Yolanda Cevallos,
hija de fallecido
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Cuenta que hace poco, luego de superar una mala racha, consiguió trabajo descargando productos para un comercio de frutas y verduras ubicado en la avenida Mariana de Jesús, norte de la ciudad.

“El primo Jan era alegre, burlón, sobre todo en las canchas de fútbol, que también le gustaba jugar. Era un buen hombre y se le truncó la vida de un momento a otro”, manifestó Christian.

No todos llegaron ayer temprano a ver a sus seres queridos fallecidos. Algunas familias tenían dos o más integrantes en calidad de desaparecidos, por lo que seguían buscándolos en la denominada zona cero de la tragedia. Otros prefirieron no hablar del dolor que estaban experimentado y hacían los trámites en silencio.

César Rocha quería conocer la situación de su compadre Wilmer Moreira, que llegó hace varios años a Quito desde Manabí y comercializaba productos de limpieza en la capital. Su cuerpo fue encontrado cerca del mediodía de ayer y llevado a Medicina Legal.

“Era jovial y no se metía en problemas con nadie. Con su familia llegamos a hacer hasta viajes largos juntos. Forjamos una relación muy fuerte. Duele porque el fin de semana se despidió de su hijo que se fue a estudiar en el exterior”, indicó.

El primo era chévere, molestoso y por su forma de hablar en el barrio también le molestábamos, pero en buen plan.

Christian Tingo,
primo de víctima

Pero no todos fueron alcanzados por el aluvión en la cancha de ecuavóley. Ese fue el caso de Rosa Guamán Simbaña, de 70 años. Su casa, que se ubica unas cuadras más abajo de la cancha, fue destruida por la fuerza del lodo y la palizada.

“Es alegre, casi como una madre para mí, y ahora estamos pasando por esta angustia”, declaró a Diario EXPRESO el yerno de Rosa, Víctor Perugachi, que no perdía las esperanzas de encontrarla con vida.

Homenaje

Algunos de los fallecidos eran taxistas que laboraban en el sector de La Comuna. Por esa razón, sus compañeros piensan levantar una capilla ardiente en la misma zona. El objetivo es rendirles un homenaje póstumo.

Luto local

El deceso de 24 personas producto del aluvión del lunes motivó la declaratoria de tres días de luto en el Distrito Metropolitano de Quito, según informó el alcalde capitalino, Santiago Guarderas, quien se solidarizó con las familias.