Quito

Reforestación y reubicación de familias en las quebradas

En zonas críticas deben salir las viviendas levantadas Árboles nativos deben ser plantados para mitigar derrumbes y aluviones.

Tras los hechos registrado en La Comuna y La Gasca en 2022, los quiteños viven con la zozobra de cuándo volverá a ocurrir otra tragedia como aquella. Sin embargo, eso no se puede predecir, pero sí prevenir, sostienen dos expertos que conversaron con EXPRESO.

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Para Álvaro Barragán, coordinador de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), una de las acciones que se deben emprender es un proceso de reforestación en las faldas del volcán Pichincha, lugar donde se ubican varias quebradas.

Esto debido a que no existen árboles nativos que permitirán mermar el desplazamiento de tierra y piedra que generan las corrientes de aguas propias de las montañas.

“En las laderas del Pichincha tuvo que haber existido hace mucho tiempo vegetaciones autóctonas. Sin embargo, estos fueron talados en épocas quizá antes de la conquista española, probablemente, y desde hace unos 100 años más o menos empezaron a reforestar con árboles de eucalipto”, inicia explicando Barragán.

El experto en Biología argumenta que se deben sembrar árboles cedro, aliso, arrayán, entre otras 60 especies que se pueden plantar en las laderas de las montañas. “El eucalipto es una especie exótica que, ciertamente tiene cierto reproche negativo contra la biodiversidad nativa, pero que en la actualidad es la barrera natural más importante que tiene porque si no existirían estos bosques de eucalipto probablemente los derrumbes y deslaves serían más frecuentes y comunes”, dice Barragán.

Por otro lado, Christian Rivera, docente de la Universidad Central del Ecuador en la cátedra de Gestión de Riesgos, existe otro problema en el que las autoridades han hecho caso omiso desde hace muchas décadas. Esto es la permisibilidad de asentamientos en las zonas consideradas de extremo riesgo en las laderas de las montañas.

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“Primero las autoridades municipales, provinciales y nacionales deben dar un gran salto para pasar de la atención de emergencia y desastres a la reducción de riesgos y emergencias. Muchos hablan de una atención rápida ante desastres, pero eso es un grave error. Porque cuando eso pasa ya hay muertos y heridos”, dice Rivera.

Se deben tomar acciones rápidas. En ese sentido el catedrático sostiene que permitir viviendas en zonas de riesgo no debe ser permitido, ni en las faldas de las montañas. “Claro, por un tema reubicación será complejo sacar a barrios o sectores enteros de las montañas, pero sí se puede iniciar un proceso de reubicación de aquellas familias que están ubicadas en zonas de alto riesgos”, manifiesta.

Desde lo suscitado en La Comuna y La Gasca a la fecha existe una reubicación de viviendas ubicadas en zonas de eminente riesgo. De hecho, en zonas aledañas a las quebradas Armero- Ascázubi y Rumiloma (en las laderas del Pichincha) no han recibido visitas técnicas dicen los moradores. Se calculan que existen 53 quebradas a lo largo de las laderas del volcán Pichincha.

Ambos expertos que conversaron con este Diario concuerdan en que “los aluviones son propios de la naturaleza” y que saber un año exacto para que ocurra otro hecho de gran magnitud es incierto, pero sí se puede alargar el tiempo para que ocurra. Entre ellos proponen que existan controles a menor tiempo posible y no incrementarlos solo en época de invierno.