Considerada una de las parroquias rurales más antiguas de Quito, localizada en el nororiente, a 20 minutos de la urbe, Cumbayá es uno de los poblados que a partir de la organización barrial decidió enfrentar la delincuencia. Pero otro problema menos controlado opaca su esplendor económico y comercial. La acumulación de basura en espacios públicos y de alto tránsito peatonal opaca su esplendor.

Ligia Landázuri, habitante del sector, cuenta que la ola de inseguridad que enfrentaban hasta hace unos meses ha bajado un poco. Presume que se debe al éxodo de personas extranjeras que se aglutinaban en el parque central, quienes eran protagonistas de delitos como robos a domicilios, arranches e incluso de objetos del interior de vehículos estacionados.

Marco Hidalgo, artesano de la parroquia, comenta que este crédito se lo lleva la comunidad organizada, la misma que tras identificar delitos de ese tipo optaron por formar un frente para contratar seguridad privada que ronde los espacios públicos, principalmente los negocios y sitios de parqueo de carros para evitar los atracos.

Según el hombre, cada día llega un equipo de uniformados para realizar patrullaje en varias cuadras. Para contribuir en su pago, realizan una colecta mensual, entre 20 y 50 dólares. “Siempre rota el personal y eso permite que la gente esté más segura, sobre todo en la noche, cuando los locales permanecen abiertos hasta altas horas de la madrugada”, agregó Hidalgo.

Fernando Marcano, bartender de un establecimiento aledaño, corroboró esta información y aseguró que cuando un delincuente ingresa a Cumbayá es difícil su huida. “Todos los radares de seguridad se activan y su captura es inminente”, acotó.

El hombre recordó que hace unos meses un antisocial le arranchó un teléfono celular a una mujer y que intentó escapar por la calle principal, pero todos se comunicaron entre sí, a través de un chat comunitario, activaron las alarmas y la Policía actuó de inmediato, interceptándolo en la salida al redondel, próximo a una universidad particular reconocida.

“Entre todos nos cuidamos. Cuando vemos gente rara, que no pertenece al sector, enseguida damos la alerta a las autoridades para que los retiren”, dijo Marcano.

Viernes. 12:30. Bolsas industriales de basura, una sobre otra, dañan el ornato de dos esquinas del centro de la parroquia. Su contenido no hace juego con la elegante y sutil fachada de los restaurantes, cafeterías y heladerías que se asientan en los flancos.

En ningún lado hay indicios de contenedores o tachos de basura y los habitantes aseguran que respetar el horario de recolección es la única solución para este problema.

Algunos, como Joaquín, panadero de años, la opción no es poner contenedores, porque “afearía el lugar”, pero también es consciente que eso ahuyenta el comercio y turismo.

“La gente debe ser más culta. El camión pasa dos veces en el día y aún así, los que saben amontonar los desechos son algunos propietarios de negocios que se llenan principalmente jueves, viernes y sábado. Eso hace intransitable el lugar y las moscas no tardan en aparecer”, manifestó.

EXPRESO consultó con la Empresa de Aseo (Emaseo) sobre esta situación y se informó que “existe la probabilidad de que a corto plazo se coloquen los contenedores en función de los resultados de la cuantificación técnica que llevan adelante. Se procederá de conformidad con el resultado de los estudios técnicos en el momento oportuno. Mientras tanto, la administración Zonal Tumbaco es atendida con el servicio a pie de vereda en virtud de que la contenerización requiere estudios de calidad, cantidad y ruteo”.

Sobre las estadísticas de índices delictivos, no se obtuvo información por parte del Distrito de Policía a cargo, hasta el cierre de la edición.