En medio de los tomos que narran el crecimiento de la capital, Alejandro López, nuevo cronista de la urbe, nos recibe. Afirma que repotenciar el Archivo Metropolitano de Historia será su misión mientras desarrolle el cargo.

¿Entre los objetivos que tiene para su gestión, cuál es prioritario?

Repotenciar la gestión del Archivo Metropolitano. Aquí tenemos un acervo documental sumamente importante, y me interesa integrarlo a redes de investigación que evidencien su potencial.

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¿Qué elementos han impedido que esto se haga?

Actualmente se está haciendo la digitalización de 1.000 tomos, y este es un proceso que debe continuar. A la par se necesitan mejores equipos de consulta para que los investigadores puedan usarlos. La digitalización hará que esto sea más sencillo. Por ahora, los documentos están aquí, pero acceder a detalles o minucias de los textos es difícil porque se debe hacer manualmente, tomo por tomo. Podremos implementar varias de estas propuestas cuando el archivo se traslade a su nueva sede (en la Plaza de Santo Domingo).

Usted participará en el traslado del archivo...

Sí. Se ha concretado el traslado del archivo a un espacio más amplio, lo que será muy importante para que se pueda incrementar el acervo y asegurar el espacio para que el archivo siga creciendo. Hay documentación que ya ha cumplido su ciclo de vida administrativo y que ya son de carácter histórico y necesitan estar aquí.

El archivo se asocia con el proceso independentista y la época colonial. ¿Qué más se puede hallar?

Claro, sin duda lo que más se analiza es el proceso independentista y la historia colonial, pero hay mucho más. Nos encantaría que se investigue sobre la historia de la salud y la sanidad pública, del que tenemos muchísima documentación. Justo el otro día hallamos una hoja miscelánea con consejos cotidianos para tratar heridas y enfermedades simples con remedios caseros.

¿Qué no dicen esos datos?

Mucho. Son más que anécdotas o curiosidades. Este tipo de información nos permite reconstruir la vida cotidiana de los quiteños y dialogar con el presente.

La figura del cronista de la ciudad, que existe desde hace siglos, era también una figura política. ¿Cómo siente este aspecto del cargo?

Siento que si bien era así cuando la vida urbana era más pequeña, hay un cambio significativo. Creo que como cronista, es imposible registrar toda la actividad de la urbe, porque el Distrito Metropolitano es tan grande que eso sería imposible. Siento que la función actual debe ser la de un investigador que facilite los procesos de articulación para que las comunidades puedan acceder a su pasado. Una parte importante es hacer alianzas con las zonales de la ciudad.

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¿Qué desafíos hay para que este proceso se cumpla?

El avance de la tecnología. Cada vez hay menos periódicos impresos. Todo es digital, y es un gran desafío preservar los acontecimientos y videos para el futuro en plataformas que irán evolucionando y desapareciendo con el paso del tiempo. Un reto próximo es hallar un mecanismo para preservar, por ejemplo, la información del deslave en La Gasca y que aun se pueda consultar cincuenta años a futuro.

• El cargo de cronista de Quito se creó en 1534, con el fin de designar a un responsable de registrar la vida de la urbe y las actas del Cabildo. El cargo lo ejercieron reconocidos historiadores como Juan Paz y Miño y Alfonso Ortiz. Patricio Guerra ocupó el cargo hasta mediados de año. El cronista es el encargado de la Dirección del Archivo Metropolitano de Historia.

• Es doctor en Historia de los Andes por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). Se ha desempeñado como investigador y docente universitario. Ha laborado en el Ministerio de Cultura y Patrimonio, el Museo Nacional del Ecuador y el Municipio de Tulcán. Es el nuevo cronista de la Ciudad de Quito.

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