El no convocar a las sesiones del directorio del Metro de Quito fue uno de los argumentos con los que se tramitó la remoción del alcalde Jorge Yunda, el 2 de junio pasado.

En aquella sesión se mencionó esta causa, aunque al final no fue aprobada. Ayer, después de que la Veeduría para el Metro de Quito alertara sobre un nuevo retraso en la obra, el tema volvió a surgir.

“Es evidente la falta de convocatoria a las sesiones. La falta de la cabeza directa genera demoras, descoordinación y pérdida de recursos”, dijo el edil Fernando Morales. Puso como ejemplo los rediseños de las paradas La Pradera, Universidad Central y Solanda, que implicaron el encarecimiento de la obra en $ 30 millones, debido, según él, a la falta de coordinación.

En el informe para la remoción, Yunda señaló que la responsabilidad de no haber convocado a las sesiones era de dos concejales, a quienes delegó su representación.

El Código Municipal de Quito señala que el alcalde es el presidente de ese organismo.

“No afronta la administración de la ciudad y quiere llevar la conducción de una obra tan importante a control remoto”, criticó el concejal Morales.

En su último informe, los veedores indicaron que uno de los puntos urgentes que el directorio debe decidir es el tipo de modelo de gestión.

Cuatro consultorías hechas entre 2016 y 2019 muestran que la mejor opción es entregar la operación a una empresa internacional. Pero el directorio sugiere una operación con personal local y apoyo extranjero.