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Virus omnipresente

"Como todo virus, estará presente en el día a día. Y, habiendo acumulado ya un gran impacto social, emocional y económico, ninguna sociedad en el mundo puede ceder terreno. No se trata solo de sobrevivir, sino de volver a vivir"

Ni se ve ni tiene horarios ni fronteras. Diez meses son suficientes para entender, pese al amplio espacio para la incertidumbre de un virus nuevo, que la COVID-19 no se puede cercar y que no se va a desvanecer con el tiempo, con las vacunas o con los controles físicos. Sí, hay que tener planes de reacción y medidas para reducir los contagios y el impacto de los mismos en la salud de los ecuatorianos, pero no se puede depositar toda la carga en instructivos y recomendaciones.

Como todo virus, estará presente en el día a día. Y, habiendo acumulado ya un gran impacto social, psicológico, emocional y económico, ninguna sociedad en el mundo, mucho menos la ecuatoriana, puede ceder terreno. Tener prevención y precaución no debe significar que los ciudadanos dejen de vivir y se dediquen solo a sobrevivir. No se trata de la Navidad, ni de los viajes, ni de las visitas familiares. Se trata de incorporar al imaginario colectivo unas pautas de comportamiento que condicionen las acciones particulares y diarias pero permitan seguir adelante. Tener proyectos, sueños, ambiciones y salir. De otra forma, lo que no quite el coronavirus en salud, lo quitará en recorrido vital. Y eso, a fin de cuentas, es como perder la batalla. Eso no puede pasar.