La globalización tiene entre sus bondades la posibilidad de que los países de la región adapten experiencias exitosas de sociedades que han logrado incentivar sus economías gracias a la apertura comercial. Esto significa además que estimularon la inversión extranjera bajo los preceptos de la seguridad jurídica, cuyo fundamento radica en el respeto constitucional entre los poderes del Estado. El Ecuador puede y debe fijarse en el manejo de las economías de naciones que incluso adoptaron la dolarización como modelo de intercambio, donde el crecimiento inmobiliario e industrial es evidente. Lo que sí no se puede permitir es la influencia de grupos delictivos en los sistemas de gobierno, como ha ocurrido en territorios en los que la justicia se dicta a sangre y fuego. Aunque los riesgos son latentes, con casos de corrupción por doquier que involucran a políticos y funcionarios públicos, es inaudito perder de vista también las soluciones que dieron quienes vivieron la experiencia del narcoterrorismo, pero que ahora son referentes de restauración de la democracia y del Estado de derecho. Los ciudadanos deben exigir a quienes pretendan llegar al poder que se desechen los modelos fallidos y que se imponga un proyecto de apertura financiera transparente y responsable.