Editorial: Ponerle fin a los subsidios eternos

Por años, el Estado ha mantenido un modelo paternalista con sectores que ya alcanzaron su madurez comercial

La decisión gubernamental de retirar el subsidio al diésel para la flota atunera marca un giro necesario en la política económica nacional. Por años, el Estado ha mantenido un modelo paternalista con sectores que ya alcanzaron su madurez comercial. Esta medida, aunque genere resistencia, debería marcar un precedente en el fomento productivo del país.

El sector camaronero ha trazado una ruta correcta. Durante sus años de bonanza, esta industria reinvirtió sus ganancias en infraestructura, tecnología y mayor productividad, convirtiéndose hoy en el motor no petrolero más visible del país y en el principal generador de divisas por exportación. Y no necesitó subsidios permanentes para consolidarse.

Es hora de que todos los sectores productivos asuman la responsabilidad de su crecimiento y sostenibilidad. El rol del Estado debería limitarse a crear condiciones favorables para la operación empresarial, no a subsidiar indefinidamente sectores que deben acumular reservas en años de rentabilidad. 

¿Dónde están los fondos que la industria atunera debió destinar para renovar sus flotas? ¿Por qué las empresas normalmente no aprovechan los años de bonanza para modernizar activos? El modelo que hay que adoptar para sembrar una real competitividad es el de una gestión eficiente.