Editorial | Banco del Pacífico: o público o privado
La administración de los activos del Estado debe ejecutarse con total prolijidad
En una sociedad cansada de la deshonestidad y la corrupción, es imprescindible que quienes dirigen sus destinos actúen con total transparencia, priorizando los intereses ciudadanos. Por eso la administración de los activos del Estado debe ejecutarse con total prolijidad. En ese contexto, el Banco del Pacífico no puede seguir operando como si fuese una institución privada, siendo su capital público. Esta ambigüedad permite la discrecionalidad en contrataciones y la evasión del control estatal; y al mismo tiempo, tener beneficios fiscales y laborales propios solo de entidades públicas. Habiendo sido rescatado por gestiones inadecuadas, y por su utilización con fines propagandísticos políticos o como moneda de pago de favores, es deber del Estado proteger sus recursos -que son de los contribuyentes- y garantizar una gestión ética.
Si realmente se tiene como objetivo la venta del banco, y en vista de que por las implicaciones legales y el riesgo de peculado que ello implica no se lo ha logrado, su privatización podría viabilizarse convirtiendo a los ecuatorianos en potenciales accionistas, democratizando su propiedad mediante emisiones de acciones determinadas por la CFN que se negocien en las bolsas de valores del país.
Urge implementar soluciones que garanticen la seguridad de los recursos públicos y maximicen su rentabilidad.