Chile: ¿otra vez polarizado?

En medio de una manifiesta polarización es notable la ausencia de incidentes y el predominio de un debate ilustrado

La patria de Gabriela Mistral y de Pablo Neruda es un laboratorio político de América Latina. Las posiciones más extremas se han experimentado casi simultáneamente, permitiendo visualizar flagrantes contradicciones cuando se analiza con superficialidad. Así, el “modelo emblemático” del continente de pronto estalló en las inesperadas movilizaciones de octubre de hace dos años. Por entonces se escribió sobre la Primavera de Chile; apareció el eslogan Chile despertó, y todo hizo prever que un candidato de la izquierda ganaría la primera vuelta de las presidenciales. No ocurrió. Chile está cansado del vandalismo y la revuelta. No quiere, en la mitad del electorado, ni remotamente correr el riesgo de la implantación de un gobierno como el de Venezuela o el de Nicaragua, y es eso es fácil de entender pero, tampoco quiere, en el otro cincuenta por ciento, un crecimiento económico que no redistribuya con equidad entre todos los sectores poblacionales y que además lo haga al costo de las libertades.

Conviene seguir de cerca la evolución de ese proceso electoral que además tiene un proyecto de nueva constitución en camino. Asumiendo que la derecha no es Pinochet, ni la izquierda es el comunismo, es obvio que la campaña polariza pero, la necesidad de armar una mayoría, impone el centro.