Realizado el cambio de mando presidencial y en el corto tiempo que lleva, el nuevo presidente ha tomado acciones inmediatas y mediáticas para contrarrestar la percepción de gobierno fallido que existía en la ciudadanía, por un mal manejo, negligencia, ineficiencia e inoperancia en la administración pública, en especial en los temas de seguridad, economía, salud, educación, bienestar social.

Causa pena, decepción y hasta coraje a quienes hemos confiado y votado por Guillermo Lasso en toda su campaña por más de diez años para llegar a la presidencia de la República y que, en tan solo dos años se esfumara la esperanza y confianza depositada por los ecuatorianos.

El sector que él representó no entiende su accionar diferente a lo que se promocionó: que sabía qué hacer y cómo hacerlo. Pero nunca lo supo ni lo hizo, ni siquiera tenía cuadros de profesionales representativos y de prestigio para su primer gabinete, designando a funcionarios reciclados del correato. Armó su gobierno con los ‘Baby Lassos’, funcionarios bancarios y amigos de confianza, que de la administración pública poco o nada conocían; eso sí, ellos se rodearon de personas con experiencia del correato y con malas mañas.

Sí tuvo aciertos, como el de las vacunas, que no todo es de él, con 50 % atribuible a Lenín Moreno, que consiguió y financió las vacunas en plena pandemia y sin recursos, las que llegaron al poco tiempo de posesionado Guillermo Lasso, y con el apoyo de una distribuidora privada de medicina, universidades, fábricas y empresa privada, se procedió a armar un esquema de vacunación por parte del Misterio de Salud, a quien ‘le dieron haciendo’ la tarea. Tuvo éxito en la conversión de la deuda en beneficio del medio ambiente impulsada por su ministro de Relaciones Exteriores, en el pago parcial de la deuda externa, pero a costa de muchos sacrificios en el sector social del país.

Dice que ha dejado un país mejor del que recibió, pero muchos analistas expresan que la situación está peor. El hecho es que el gobierno anterior pasará a las páginas de la historia con pena, pero sin gloria.