Columnas

¿Qué se negocia?

Muchos políticos se acostumbraron, a cuenta de que no hay justicia que los condene, a sentirse con el derecho de su tajada cuando llegan al poder’.

Hace pocos días el presidente de la República hizo unas fuertes declaraciones respecto de la extorsión que estaba sufriendo el Gobierno por parte de algunos asambleístas y otros actores políticos. Fue más lejos, llevó la denuncia hasta la Fiscalía, con nombres y apellidos.

Sería ingenuo pensar que en la política no hay negociaciones; las hay en todo el mundo, países del primer mundo y del inframundo. En los regímenes parlamentarios, las hay cada día para conformar gobiernos, para cogobernar con tendencias parecidas y distintas también, y para dar estabilidad y predictibilidad a la economía. El punto es qué se negocia, y cuáles son las líneas rojas.

Es habitual en las democracias que las tiendas políticas accedan a cuotas de poder en ministerios u otros espacios donde puedan proyectar su tendencia e ideología. Un caso de ejemplo es en la coalición española, donde el PSOE cedió ministerios como el de Igualdad o Trabajo. En Alemania pasa otro tanto, y así mil ejemplos. Lo que no ocurre es que vaya alguien a pedir que le entreguen el puesto de compras en un hospital del IESS, o que le entreguen CNT para ver qué pellizca, o el sector petrolero para ver si se lleva unos cuantos dólares por barril.

En todo el mundo el elector promedio critica a los políticos por “negociadores”, y pues tráguense la crítica, porque la política es eso, negociar; pero la política no es robar. En países como los nuestros lo que buscan algunos activistas es “recuperar su inversión” de campaña. Les importa un bledo la ideología, porque de lo contrario no se cambiarían de partido en cada elección. Llegar a la Asamblea parecería ser una especie de derecho de pernada, para ver a qué institución gorda “se madrugan”.

Lasso ha pinchado el pus de esa piel infectada que es la conducta de muchos políticos, no todos, por cierto; y por cierto también, deberán tener un juicio justo donde se pruebe la acusación. ¿Qué se negocia? No se negocia los pocos recursos de un país pobre, donde no alcanza ni para la salud, la educación y la alimentación de los niños que a los 16 volverán a votar por esos pillos otra vez.