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Medardo Mora | Control del gasto público

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En el Ecuador no existe austeridad en el uso de dineros públicos; se ha olvidado entender que estos recursos no pertenecen a ningún funcionario

Si algo debe le preocupar al actual gobierno del presidente Noboa es el control del gasto público, pues es el medio más eficaz para equilibrar cuentas fiscales que tienen un alto déficit. Inversamente, por lo general los gobiernos buscan cómo incrementar ingresos vía tributos, gravando a los ciudadanos. Lo pertinente económicamente es controlar egresos. El filósofo Platón sostenía: “la pobreza no viene por la disminución de los ingresos, sino por la multiplicación de los gastos”.

En el Ecuador no existe austeridad en el uso de dineros públicos; se ha olvidado entender que estos recursos no pertenecen a ningún funcionario o entidad, es dinero que pertenece a todos los ecuatorianos y lo menos que debe exigirse a quienes lo administran o tienen la potestad de autorizar egresos de esos dineros, es que no pueden ser alegre e irresponsablemente gastados en actividades que no son beneficiosas para el conjunto de la sociedad.

Al margen de que existen entidades públicas innecesarias y se incrementa personal que no se justifica, se mantiene un desenfrenado turismo oficinal dentro y fuera del país, adquisición de vehículos lujosos. Últimamente funcionarios a nivel nacional o seccional adquieren costosos carros blindados, se organizan eventos festivos a costos millonarios para que el ‘pueblo’ disfrute. Si a eso se agrega que gobernantes o altos funcionarios entregan recursos como si fueran propios, con la mayor discrecionalidad y fines electorales para aparecer generosos o ‘hacen obra’, se configura un panorama demostrativo de que no existe la más mínima delicadeza en un uso cuidadoso y responsable de recursos públicos, sin que los entes de control observen estas irregularidades.

Al derroche de recursos fiscales se suma la corrupción, que según el escandaloso caso Metástasis, denunciado honesta, patriótica y valientemente por la fiscal, Dra. Diana Salazar, ha puesto en evidencia los vínculos entre la actividad política, bandas criminales organizadas y el narcotráfico.

El país siente con repugnancia los niveles de descomposición moral en que está sumergido el Ecuador y su débil democracia.