Esperanzas

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Desafortunadamente, la tasa de materialismo, monetarismo y ansias de poder ha colonizado la mente y el comportamiento de los seres humanos.

Cayó el telón del 2019 y en el escenario esperamos ver una obra diseñada para reconstruir nuestra patria querida, que avanza de tumbo en tumbo a lo largo de los senderos del tiempo.

Inconcebible que nosotros, habiendo sido creados a imagen y semejanza del Supremo Hacedor, no hayamos sido capaces de estructurar un mundo durante decenas de siglos, en el que bajo una paz absoluta se hubiese organizado un sistema de vida para los habitantes de la tierra, donde primen las grandes virtudes, tales como el amor, el respeto, el trabajo, el sentido común, la honradez, la decencia y la mesura, etc., y en donde los grandes defectos, hubiesen sido frenados y controlados radicalmente para no afectar la diafanidad y cordura del comportamiento humano.

Con frecuencia escuchamos a miembros de diversos grupos tratarse de hermanos sin reflexionar en el gran significado de este vocablo, que parece ser usado como una especie de escupitajo bucal carente de total significación y sentido.

Resulta primordial que proviniendo de genomas totalmente individualizados, aprendamos a discriminar los diferentes eventos que forman parte de la vida diaria, buscando organizarlos de tal manera que sirvan para el progreso y desarrollo de la raza humana, que se merece el mejor de los tratos y el mejor de los días.

Desafortunadamente, la tasa de materialismo, monetarismo y ansias de poder ha colonizado la mente y el comportamiento de los seres humanos, que entrando por la ventana y apoderándose de nosotros, han destruido los principios clásicos propios de un adecuado comportamiento que nos lleve de manera exitosa, progresiva y permanente hacia un sólido progreso.

En el plano político, si de verdad los integrantes de movimientos y partidos desean el triunfo del Ecuador como país, deberán reunirse en una noche de luna frente a una hoguera e incinerar en ella sus banderas, escudos, logotipos y doctrinas y esperar con ansias que de las cenizas emerjan majestuosos la bandera y el escudo tricolores que, representando al Ecuador, los unan de verdad en bien de la patria. ¿Será esto posible?

Y sigo andando…