Importante que se universalice el que quienes dirijan una nación sean personas con una gran capacidad, una visión cosmopolita de las realidades mundiales, una versación político-administrativo-financiera que garantice una adecuada gestión y que, aunque pertenezcan a un partido político, sepan diferenciar sus tendencias y sentimientos, con miras a que su desempeño se oriente hacia el progreso y desarrollo de la nación que tienen obligación de servir.

Todas estas reflexiones vienen al caso con motivo del diferendo Ecuador-México, producido por la presencia ilegal, inconstitucional y violatoria de leyes y tratados internacionales que de manera clara y taxativa determinan las condiciones y requisitos de un asilo y que de manera irreflexiva y despreciativa respecto al orden constituido, permitieron la entrada de Glas, delincuente sentenciado por la justicia ecuatoriana, a las instalaciones de la embajada mexicana en Quito, dándole el calificativo de “huésped”, figura inexistente en el derecho internacional, para luego como verdaderos pillastres, previo al escape, otorgarle el asilo para que pueda viajar escondido en el maletero del vehículo oficial de la embajada y se introduzca impunemente en el Hércules enviado por el gobierno mexicano con dicho propósito.

Queda claro que este minusválido mental y soberano mentecato de AMLO, dando riendas a sus crisis de delirio desequilibrante, no se detuvo y no hubo nadie en su gobierno que le hiciera notar, que si bien fue un acto inadecuado la detención de Glas mediante la intromisión de nuestras fuerzas dentro de la embajada, su gobierno permitió que este delincuente ingresase, violando los principios básicos del derecho internacional y permitiendo que Glas sea impunemente recibido en ella.

Preocupan sobremanera las ramificaciones del cáncer del narco en la política de ciertos países, y entre nosotros la fiscal Diana Salazar desenrolla un descomunal ovillo que involucra a jueces, policías, alcaldes y políticos, y causa rebeldía ver convertido a AMLO en el apapachador de grandes delincuentes.

Y sigo andando…