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Jaime Rumbea | Cual colonización

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La colonización no es la que lleva armas ni límites territoriales, la colonización está en las mentes

Cuando Serge Gruzinski arguye que la imprenta de Gutenberg fue la tecnología que permitió esa revolución del conocimiento que habilitó la colonización europea del globo, nos llama a preguntarnos cuál es el fenómeno actual equiparable a la imprenta, liderando sin que nos demos cuenta la colonización global de las mentes.

Fue gracias a la imprenta que, según Gruzinski, el alfabeto latino y los preceptos del derecho y la religión romana se convirtieron en la matriz principal -con las excepciones oriental y medio oriental, parciales apenas- sobre la que se han edificado las culturas y los gobiernos -las sociedades acaso- de Occidente y gran parte del mundo.

¿Será que existe una distinción entre la colonización alfabética alimentada por la escritura y el dominio latino, por un lado, y la colonización numérica de las tecnologías digitales, por el otro?

Si eso es así, ¿qué mundo es el que se está produciendo mientras escribo estas líneas?

La colonización digital, a diferencia de la alfabética, no requiere alfabetización. Ni siquiera requiere lectura: basta deslizar el dedo.

No difunde un código común, sino que nos captura en burbujas personalizadas.

No impone una lengua, sino una lógica: la lógica del algoritmo, del clic, de la recompensa inmediata.

Si la imprenta nos homogeneizó para convivir bajo contratos, lenguas, derechos y liturgias, ¿nos está homogeneizando hoy la inteligencia artificial o nos está fragmentando?

¿Qué sujeto político puede surgir de un mundo donde cada quien ve una realidad distinta, alimentada por su propio ‘feed’?

Es posible que esta vez no haya imperio ni iglesia, ni siquiera Estado, detrás de esta nueva colonización.

Pero sí hay un poder.

¿Lo reconocemos? ¿Lo regulamos? ¿Lo obedecemos sin darnos cuenta?

Tal vez haya que volver a Gruzinski, no para mirar el pasado, sino para entender en qué idioma -y bajo qué poder- se está escribiendo nuestro futuro.