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Todo es cíclico

Avatar del Iñigo Balda

...estos ingredientes, más la revolución tecnológica, llevaron a la globalización, la cual es más factible cuando todo va bien, épocas de bonanza, pero... cuando las cosas se complican el yo toma preferencia sobre el nosotros

Todo es cíclico. Quizás es por eso por lo que el círculo puede que sea la forma geométrica perfecta. No tiene ni principio ni final, da vueltas eternamente, repitiéndose de una u otra forma. La historia de la humanidad, como casi todo, es cíclica también. Hay épocas de bonanza, épocas de decadencia y de crisis, todos tres estados definidos en términos económicos.

En este momento, creo que está claro que estamos en la época de decadencia, que sabemos que va a desencadenar en una crisis mundial. No es ningún secreto, ya casi todos los diarios a nivel mundial hablan de la recesión que está a la vuelta de la esquina. Pero esta crisis que viene, a diferencia de la del 2008 por ejemplo, llega en medio de un paradigma de cambios sociales en muchos ámbitos distintos y también marcado por una crispación en el plano político.

El espacio económico europeo fue creado para, a través de la interdependencia económica y el libre mercado intentar luchar contra el nacionalismo que lleva a buscar disparidades entre los Estados en lugar de qué es lo que los une.

Algo similar propone la ONU, basándose en el diálogo más que en la economía.

Todos estos ingredientes, más la revolución tecnológica, llevaron a la globalización, la cual es más factible cuando todo va bien, épocas de bonanza, pero una y otra vez, cuando las cosas se complican el yo toma preferencia sobre el nosotros. Allí es cuando brotan los nacionalismos, que en los últimos años han vuelto a resurgir poco a poco, como ha quedado patente con el caso del brexit en el Reino Unido, así como con las distintas campañas rusas en Ucrania, empezando con la de Crimea.

Otros casos más recientes del resurgir nacionalista los vemos en Alemania, que en los últimos meses ha tomado decisiones unilaterales, a espaldas de los acuerdos con sus socios de la Unión Europea, en lugar de lo que ha hecho siempre: conseguir acuerdos muy favorables a sus intereses dentro del seno de la unión. Países Bajos también ha seguido este rumbo; así como Polonia y Hungría. En África, Argelia se ha convertido en llave para la solución a corto plazo de los problemas gasísticos de Europa, reforzando su nacionalismo. En nuestro continente tenemos a Colombia, que podría tirar abajo décadas de luchas contra las drogas legalizando su cultivo y uso en nombre de la patria.

Todos estos brotes nacionalistas son hijos de distintas necesidades y realidades nacionales, pero antes estas decisiones no se hubieran tomado sin tener en cuenta el entorno.

Una de las principales razones de este cambio hacia el unilateralismo es la crisis del COVID. ¿Por qué? En marzo de 2020 gran parte de los países empezaron a tomar decisiones unilaterales en un ‘sálvense quien pueda’, que llevó al cierre de fronteras, prohibición de entrada de ciudadanos de otros países de forma unilateral, creando muchos resentimientos entre Estados.

Este clima de desconfianza ha dejado cicatriz en el alma de casi todos los Estados en la forma de un modo de pensar: primero nosotros, ya veremos del resto.

Si a esta receta le aumentamos la sequía e inflación de las economías tenemos una tormenta perfecta de cara al futuro de unilateralismo.