Premium

Florencio Compte Guerrero | La vocación de Guayaquil

Avatar del Florencio Compte

Hoy la ciudad no cuenta con una vocación clara que oriente su desarrollo y le permita ser competitiva en el contexto mundial

Toda ciudad, en su origen tiene una razón de ser. Una vocación que muchas veces se pierde a lo largo de su historia.

En el caso de la ciudad de Santiago de Guayaquil, la decisión de su traslado hasta su ubicación definitiva en junio de 1547 a veinte kilómetros de la costa sudamericana del Pacífico, junto a la desembocadura del río Guayas, respondió a razones estratégicas de contar con un puerto que pudiera vincularse con Panamá y que facilitara la exportación de productos que se elaboraban en las tierras interiores.

Además, su cercanía a extensas zonas de bosques maderables de gran calidad determinó su otra vocación: como astillero.

Su ubicación estratégica sigue determinando que el puerto de Guayaquil sea uno de los más grandes e importantes de América del Sur. Respecto al astillero, la construcción de barcos de madera dejó de tener importancia hace siglos, aunque aún quedan unos pocos astilleros artesanales que dan cuenta de ese pasado glorioso.

Hoy la ciudad no cuenta con una vocación clara que oriente su desarrollo y que le permita convertirse en competitiva en el contexto mundial. Difícilmente puede ser vendida como un destino turístico. La inseguridad ha hecho que esto sea cada vez más lejano. Aún su infraestructura y su conexión con el resto del mundo es insuficiente, de tal manera que pueda ser ofrecida como un centro para el establecimiento de grandes empresas mundiales.

Se ha desaprovechado su estratégica ubicación para convertir su aeropuerto en la conexión más lógica con el otro lado del océano Pacífico.

Las visiones para la ciudad siguen siendo limitadas y cortoplacistas. Hace falta una toma de posición clara sobre qué ciudad queremos para los próximos cincuenta años y qué acciones debemos empezar a tomar desde ahora para que esto pueda concretarse. Aún no se ha entendido que el siglo XXI es el siglo de las ciudades y que hacer una ciudad más competitiva y más compleja, tanto en industria como en comercio en el contexto mundial favorecerá, también, al país. Ese es el desafío para Guayaquil y otras ciudades del Ecuador.