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Florencio Compte: Debajo del asfalto

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No solo que este año la temperatura global de la tierra ha sido la más alta desde que se tiene registro, sino que se han alcanzado niveles de calor

“Bajo los adoquines, la playa”, fue uno de los eslóganes de mayo de 1968 en Francia, acuñado por el activista estudiantil Bernard Cousin y el experto en relaciones públicas Bernard Fritsch. La frase se convirtió en un símbolo, cuando los estudiantes empezaron a construir barricadas utilizando los adoquines de las calles, debajo de las cuales había arena. La declaración expresaba la visión que tenía el movimiento sobre los procesos de urbanización y sobre la sociedad moderna, donde los adoquines representan la ciudad y el orden de la sociedad existente, mientras que la playa, bajo ellos, es dónde poder vivir de una manera diferente.

Cincuenta y seis años después, una pequeña porción de la utopía podría hacerse realidad. Si alguien dudaba de que el cambio climático no era real, la información que se tiene lo reafirma totalmente. No solo que este año la temperatura global de la tierra ha sido la más alta desde que se tiene registro, sino que se han alcanzado niveles de calor que están afectando gravemente a las personas, como los 65 grados de sensación térmica en Río de Janeiro o los más de 40 en Guayaquil.

Ante ello, hay dos acciones efectivas que deberían tomar las ciudades de manera inmediata para poder paliar en algo los efectos de las altas temperaturas. La primera, un real, masivo y efectivo plan de arborización ya que se ha demostrado que cuando hay incremento de áreas verdes se puede reducir en varios grados la temperatura urbana media. La segunda, es despavimentar, esto es el reemplazar la mayor cantidad de áreas impermeables de concreto y asfalto con capas verdes permeables, lo cual tendría un efecto adicional: el evitar las inundaciones al permitir que el agua sea absorbida por la tierra.

Este proceso ya se ha implementado en muchas ciudades del mundo como Portland, en Estados Unidos; Ontario, en Canadá; o Lovaina, en Bélgica que en el 2023 logró retirar 6.800 metros cuadrados de pavimento, lo que permitió que 1,7 millones de litros de agua pudieran ser absorbidos por el suelo.

Con buena voluntad es posible cambiar la ciudad.