Florencio Compte | Una ciudad de barrios

En la actualidad, se entiende que un barrio es una división o un área geográfica de una ciudad o población...
La palabra barrio tiene su origen en el árabe ‘barr’, que se traduciría en “afueras de la ciudad”. Este a su vez proviene de ‘barri’ que significa “exterior”. En la actualidad se entiende que un barrio es una división o un área geográfica de una ciudad o población con identidad propia, que está caracterizada por una homogeneidad en sus características sociales, económicas, culturales o físicas.
A finales del siglo XIX se determinó que un barrio debe tener dos atributos: primero, ser el refugio de una comunidad; y segundo, ser una unidad autocontenida. Esta perspectiva entiende al barrio como un sistema complejo en el que las personas interactúan y donde se experimentan cambios a medida que las poblaciones se adaptan a nuevas circunstancias.
En Guayaquil se ha usado el término barrio para definir a aquellos que surgieron antes de que se desarrollara la idea de planificación y de diseño de espacios previo a la llegada de sus pobladores. Esta definición es precisa cuando se alude al modelo colonial, donde en un barrio coexistían todas las actividades básicas para la vida diaria y donde una ciudad se iba conformando en el tiempo a partir de las agrupaciones barriales que tenían una afinidad tipológica y una identidad. Desde los treinta se empieza a utilizar más la palabra ciudadela, para referirse a un conjunto residencial cerrado con instalaciones y servicios exclusivos para los residentes. En Guayaquil, este término hacía referencia a ese lugar autocontenido, delimitado y claramente diferenciado del resto de la ciudad; así empieza a hablarse de Ciudadela Nueve de Octubre, Urdesa, entre otras.
Hasta finales del siglo XIX los barrios que eran identificables en Guayaquil provenían de la herencia colonial y de su ubicación geográfica y se definían por su afinidad tipológica, la identidad, sentido de pertenencia y de comunidad entre sus moradores.
La planificación de una ciudad, como Guayaquil, debería incorporar la recuperación de sus identidades barriales y la potenciación de sus centralidades como eje de su desarrollo al futuro.