El positivismo es la mentalidad de ver la vida con optimismo y esperanza, y ser capaz de identificar lo favorable incluso en situaciones complejas. Es una percepción, como unas gafas que nos permiten ver el mismo paisaje con otro tono. El ambiente juega un rol importante en nuestro optimismo. Rodearse de personas y entornos que alimenten esa esperanza es primordial. Las personas a nuestro alrededor construyen esos ambientes; si nos rodeamos de personas pesimistas que solo ven defectos, problemas y amargura caemos en la posibilidad de irnos contagiando poco a poco de esa visión. Por el contrario, si nos rodeamos de personas optimistas que ven belleza, que encuentran oportunidades y vida por donde van, nos inyectan un enfoque constructivo de la vida.

El entorno también se construye a partir de lo que vemos, leemos, consumimos como entretenimiento y a quién seguimos. La información con que alimentamos nuestro cerebro tiene el poder de nutrirnos o enfermarnos. A menudo, inconscientemente nos vemos atraídos por una curiosidad morbosa hacia noticias sensacionalistas, peligrosas, alarmantes y llenas de sufrimiento. Una exposición excesiva a este tipo de contenido puede disminuir nuestra capacidad para ver el mundo con esperanza y optimismo. Hoy en día hay mucha crítica a redes sociales, que estas están afectando nuestra salud mental. Pero resulta que son un reflejo de nuestra curiosidad. Si alimentamos el algoritmo con intereses fatalistas, te van a devolver noticias, material, ideas y contenido que responda a esos intereses. Podemos tomar control sobre ese algoritmo y empezar a buscar otro tipo de material que sume y nos motive. Existen ‘influencers’, cuentas y contenido que tienen el potencial de inyectarnos positivismo y esperanza con sus mensajes, ideas y acciones. Las redes sociales son solo un canal, depende de nosotros qué queremos sintonizar.

Una actitud positiva es clave para mantener buena salud mental, construir relaciones sociales sanas, encontrar motivación diaria, tener esperanza de vida y alcanzar metas y propósitos. Muchos atribuyen el optimismo de otros a la suerte, ignorando que no es que no les pasa nada malo, sino que tienen la capacidad de ver lo bueno en lo que les pasa.