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Abelardo García: La cuna del ‘bullying’

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La cuna del ‘buylling’ está en el propio hogar, en las circunstancias vividas, y en el no haber podido superar situaciones

Posiblemente lo que digamos en esta nota no agrade a muchos, pues como nos decía un viejo profesor de psicología evolutiva: “Para cada padre, su hijo es una mezcla de Einstein, Adonis y Santo Tomás de Aquino”. Lo que sin duda es cierto, y obviamente, la creencia está en la prerrogativa y derecho de todo padre. Lo que está por verse es si es cierto.

Usualmente, el padre contemporáneo, mucho más sobreprotector y compensador, tiende a justificar todos los actos de su hijo, pues lo considera su centro y su razón de ser, y olvida y descuida que los otros en clase, frente a sus respectivos padres viven la misma sensación, produciéndose choques y fricciones que incluso llegan a enemistar a los padres de familia de una misma clase. Es que al no enseñar a sus hijos a asumir los resultados de sus acciones siempre están echando la culpa a los otros compañeros.

“Los otros hacen bullying”, “los otros son los mal educados”; “los otros”... son todo lo que no nos gusta, mientras que nuestro hijo siempre actúa bien, y de hecho, esto no es una realidad exacta, pues todo niño, por niño que es, tiene buenos y malos momentos, buenas y malas actitudes y al chocar con el otro debe aprender para poder seguir adelante, para poder obtener lecciones de los actos cometidos y superar malos momentos.

El ‘bullying’ que se caracteriza por el irrespeto, el abuso permanente, la manipulación ostentada de sentirse más o mejor que el otro, no se presenta de manera casual y no necesariamente nace en el aula. La cuna del ‘bullying’ está en el propio hogar, en las circunstancias vividas, y en el no haber podido superar situaciones.

Son los padres los que influyen con su modelo. Con su ejemplo, con sus acciones, con su forma de hacer y decir las expresiones y con el lenguaje corporal van gestando en los hijos personalidades reactivas, agresivas, con las cuales buscan desquitar en el otro los problemas personales. De ahí la importancia de enseñar a asumir, del respeto al otro y de la importancia de enseñar a vivir en comunidad, cediendo, consensuando, admitiendo que todos tienen iguales derechos.