El electorado tiene el futuro en sus manos

La pregunta no debería ser por quién votamos, sino a quiénes botamos

¿Por quién votamos? Por el que era pobre, nos habló de redimir al pobre y ahora es millonario.

Por el que tiene patrimonio de más de un millón de dólares y declara, si es que declara, un impuesto a la renta de menos de 300 dólares al mes.

Por el que tiene nexos con el crimen organizado.

Por el que nos ofrece gas gratis, tablets gratis, espectáculos gratuitos, pero su gestión está salpicada de irregularidades.

Por el que quiere desindustrializar al país y hacerlo agrícola.

Por el que quiere dividir entre razas a la nación y reclamar ancestralidades.

Por el que únicamente habla de repartir, pero nada sobre producir.

Por el que ha ejercido cargos públicos y quiere una “segunda” oportunidad.

Por el gallo bello ante el cual las mujeres se desvisten.

Un pueblo que analiza subjetivamente, lleno de fe y esperanza, que cae rendido ante la facilidad del don de la palabra de verdaderos maestros de la oratoria (pero verdaderos tartufos), es el verdadero culpable de lo que nos pasa.

La pregunta no debería ser por quién votamos, sino a quiénes botamos.

David Ernesto

Ricaurte Vélez