Cartas de lectores | De América para el mundo, una vez más

Prevost también tiene nacionalidad peruana, ha servido allí unos 20 años

Los adjetivos calificativos utilizados por la mayoría, si no por todos los que lo conocen, son: humilde, sencillo, cercano. El papa León XIV es reconocido por esas cualidades, principalmente. La Iglesia católica, con más seguidores en la tierra -1.400 millones-, ha sido puesta una vez más en manos de un hombre bueno y, ofrece certezas y garantías de que la barca entregada por Jesús a Pedro seguirá navegando sin riesgos de naufragio, lo que severos críticos y malquerientes desean. Solo dos días requirió el cónclave cardenalicio para elegir al norteamericano-peruano Robert Prevost como nuevo jefe máximo del catolicismo. Otra vez América, el continente con mayor número de católicos, casi la mitad de la totalidad, es premiada con tan alta designación. Una vez más, ininterrumpidamente, tras el argentino Francisco, América Latina adquiere rol protagónico. Prevost también tiene nacionalidad peruana, ha servido allí unos 20 años, conoce a profundidad sus realidades y las regionales. Su pastoreo se ha volcado en favor de los más vulnerables, contra las injusticias. Robert dirigirá su papado como León XIV. Su antecesor, León XIII, el italiano Raffaele Luigi Gioacchino Vincenzo, condujo a la Iglesia 25 años, entre 1878 y 1903. Vivió frugalmente y sin lujos, condenó la opresión y esclavitud de los pobres, fomentó el pago de salarios justos, atacó la creación de clases y la desigualdad, realizó acercamientos con anglicanos y ortodoxos (es iniciador del ecumenismo), abrió los archivos del Vaticano, promovió la expansión del catolicismo en EE.UU., desarrolló buenas relaciones de la Iglesia con los Estados y, entre otras acciones destacadas, nombró 147 cardenales. ¿Encuentra coincidencias con el ejercicio de Francisco? ¿Serán líneas que emulará León XIV? ¿Será diferente? ¿Impondrá un sello inédito? Ya veremos cómo es la gestión del nuevo obispo de Roma y líder católico. Que en él las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza; y las teologales: fe, esperanza y caridad, marquen su gestión y sean “luz para entender las cosas de Dios, entrar en diálogo con él y que su palabra se haga vida misma en cada ser humano”. Que así sea.

Jorge A. Gallardo Moscoso