Italia experimenta la Gran Guerra y en uno de sus villorrios vive Gepetto, un maestro tallador. Aunque viudo, logra mantener la felicidad gracias a su hijo Carlo, de 10 años.

Lo pierde y, enloquecido, bebe. Cierta noche tumba un árbol de pino y resuelve utilizar el tronco para crear un muñeco de madera que se parezca a su retoño. El Espíritu de la Vida otorga confianza humana al juguete, aunque siga siendo un títere o marioneta, pero “será un niño” travieso, terco, preguntón y bullicioso. Cual guía tendrá a Samuel J. Grillo, un bicho rimbombante.

Pinocho (llamado así por ser hecho de pino) va camino a la escuela mientras es acechado por Spezzatura que, al verlo caminar sin hilos, informa de ello a su amo, el conde Volpe, propietario de un circo de mala muerte. Este, con engaños, lo convierte en estrella de su espectáculo. Permanecerá en ese mundo por varios años, hasta la llegada al poder de Il Duce, Benito Mussolini. Entonces la historia toma otro giro: habrá un monstruo marino y surgirá el Espíritu de la Muerte.

Si usted recuerda el clásico de Walt Disney o ha visto alguna de las primeras siete versiones que sobre la historia se ha filmado, tendrá que restregar sus ojos porque la adaptación de Guillermo del Toro sobrepasa cualquier idea que se tenga.

Primero está su extraordinaria riqueza visual. Luego un Pinocho que se convierte en análisis psicológico y emocional del ser humano, logrado por el guion y su técnica de animación llamada ‘stop motion’, en la que se finge el movimiento de objetos estáticos por medio de una serie de imágenes fijas fotografiadas sucesivamente. Pero, en manos de Guillermo y sus técnicos, se transforma en película imaginada con el corazón.

Pinocho es como cualquier niño de seis o diez años, Gepetto es el padre bonachón que, sin embargo, es a veces intransigente y ‘sordo’ ante el clamor de un hijo. Grillo reproduce a esos prójimos señoriales que hacen gala de su estatus. 

El Podestá impone su fanatismo político hasta llegar a lo absurdo, Spezzatura es ladino, sumiso y rastrero, Volpe es la esencia del manipulador, del gran pillo, del ser incapaz de vivir honestamente. El sacerdote, que Dios perdone, camina por donde sopla el viento y los espíritus de la Vida y la Muerte imponen sus designios.

La música envuelve y las canciones brotan acertadamente: jamás se apegan a lo que está de moda, que es pura energía, más bien se refugia en las cadencias de las primeras décadas del siglo XX. Hay una, compuesta por Guillermo del Toro, 'Ciao, papa', que bien podría aspirar a un Óscar.

Las voces de los actores (en inglés, subtituladas en español por el hecho de programarse en Netflix)) demuestran que el doblaje no siempre es bienvenido y que parte del éxito de esta versión son -justamente- esas ondas. La iluminación es fenomenal.

Seguir escribiendo sobre la perfección del largometraje (1: 45) tomaría páginas, por ello solo agregamos: no deje de verla y mantenga la sintonía hasta alcanzar el documental que deja ver lo acucioso del trabajo efectuado. Con él se ratifica, una vez más, que el llamado séptimo arte sigue siendo una de las mayores atracciones en el mundo del espectáculo y su director eleva el concepto.

• PARA SABER

Del Toro utiliza el azul cobalto para las secuencias de los espíritus de la vida y la muerte, quizás porque la palabra ‘cobalto’ viene del alemán ‘kobold’, donde sus mineros (en siglos pasados) la utilizaban para hablar de los duendes; tema del cual es su fanático.

'Pinocho' acaba de ganar el premio a la mejor película animada, galardón que entrega la Asociación de Críticos Cinematográficos de Los Ángeles.

• LA FICHA TÉCNICA

Directores: Guillermo del Toro y Frank Gustafson.

Guión: Guillermo del Toro y otros basado en Las aventuras de Pinocho, escritas por el italiano Carlo Collodi (1826-1890).

Música: Alexandre Desplat.

Personajes y voces: Pinocho (Gregory Mann), Gepetto (David Bradley), Sebastián J. Grillo (Ewan McGregor), Podestá (Ron Perlman), Spezzatura, el primate (Cate Blanchett), el Espíritu de la Vida y el de la Muerte (Tilda Swinton), el conde Volpe (Christoph Waltz) y el sacerdote (Burn Gorman).