Hace 40 años no era muy común que la vida de las estrellas de cine fueran llevadas a la pantalla grande, pero en 1981 el mundo se sorprendió cuando se estrenó el filme Mamita querida, basada en el libro del mismo nombre (Mommie dearest) escrito en 1978 por Christina Crawford, la hija adoptiva de la legendaria Joan Crawford, una de las grandes actrices de la era dorada de Hollywood.

La protagonista de filmes tales como Humoresque o Mildred Pierce había fallecido un año antes de la publicación del escrito, víctima de un cáncer de páncreas y, hasta ese momento, permanecía en la memoria de sus seguidores como una estrella rutilante y cercana que logró la transición del cine mudo al sonoro y retrató en la época de la Gran Depresión a la chica obrera que triunfa en la vida.

Christina se encargó de desdibujar esa impresión y describió a su madre como cruel y perversa, contando los abusos y los castigos a los que fue sometida de niña. Un buen argumento, sin duda, tomando en cuenta que la encargada de encarnarla era Faye Dunaway, una actriz ganadora del Óscar avalada por una serie de éxitos cinematográficos.

Pese a que no le fue mal en taquilla (recaudó 19 millones de dólares), los críticos la hicieron pedazos llegando a ridiculizar la interpretación de su protagonista quien ganó varios premios Razzie.

El golpe fue tal para Dunaway que nunca más volvió a ocupar un sitial importante en el cine estadounidense y prácticamente cayó en el olvido.