Ocio

La escuela católica
Película de Netflix que debió llamarse 'La masacre de Circeo'.Agencias

'La escuela católica' recrea el crimen ocurrido en Italia en 1975

Tres estudiantes de un instituto católico masculino de Roma cometen un asesinato y violaciones que conmocionan a sus compañeros y a la comunidad.

Ángelo Izzo (Luca Vergoni), Gianni Guido (Francesco Cavallo) y Andrea Ghira (Giulio Pranno) son tres amigos que estudian en un colegio católico, pertenecen a la burguesía romana. Sus vidas, junto a algunos de sus compañeros, son neofascistas engreídos, despectivos y crueles. Terminarán convertidos en secuestradores; violarán a dos muchachas… Donatella Colasanti (Benedetta Porcaroli) y Rosaria López (Federica Torchetti). Una de ellas morirá en sus manos.

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Película de Netflix que debió llamarse La masacre de Circeo, pues así calificó la prensa italiana a estos hechos macabros sucedidos en aquel lugar entre el 29 y 30 de septiembre de 1975. Lamentablemente, el pavor psicológico de las muchachas no queda reflejado en el cristal televisivo y se diluye en desnudos y aflicciones carentes de la fuerza emotiva que debió primar en las víctimas y, a los actores masculinos les hace falta su maldad supina.

Así el filme, estrenado en el Festival de Venecia del año pasado, se remite más bien a una presentación de la juventud setentera, años en que el bullying, la arrogancia o el tratar a las mujeres como basura era lo estereotipado. Por ello 'La escuela católica' pierde la intención de ser un relato agudo sobre una elite deshonrosa. Igualmente, según reporta la crítica europea, “el largometraje carece del análisis político que la novela escrita por Edoardo Albinati fraguó”. De ello no puedo enjuiciar porque no he leído el libro.

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La barbarie de los criminales queda expuesta al decir uno de ellos: “Amigos de la muerte, amigos en la muerte” y lo dicen cuando están llevando los cadáveres en la caja del automóvil. Si por poco aciertan en los últimos 30 minutos, el éxito se les escapa al llegar el momento final, pues toda la fuerza obtenida expira ante la simpleza de una secuencia descuidada.

No obstante, el ahora telefilme queda en la retina del espectador porque muestra una sociedad grotesca, en la que los padres encaraman las fechorías de sus hijos, que demuestran el poder de la riqueza y sobre todo… que la justicia sí se ejerce frente a un quebrantamiento del orden social. Algo que no en todos los países funciona. Ventaja de los realizadores es el haber incluido el destino que tuvieron los asesinos y una de sus víctimas.

NOTA AL MARGEN.- Edoardo Albinati, autor de la galardonada obra fue, en la vida real, compañero colegial de los homicidas.