Trescientos años después de la guerra sucedida en el planeta de los simios, en la que la tribu del fallecido César logró derrotar al ya extinto Alfa-Omega, han surgido muchos clanes de simios en el oasis al que el patriarca condujo a sus compañeros. Además, un virus infectó a los humanos sobrevivientes que antes eran inmunes e hizo que esa estirpe retrocediera a un estado salvaje. 

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Así mismo, la naturaleza ha vuelto a apropiarse de la tierra, de todo lo que el ser humano alguna vez construyó. Cuando el líder simio Proximus César (Kevin Durand) olvida las enseñanzas de César para esclavizar a otros clanes en busca de tecnologías humanas, Noa (Owen Teague), un chimpancé común, se embarca en un viaje patético junto a una muchacha llamada Mae (Freya Allen). Le tocará determinar su futuro y el de los humanos por igual.

Maka (Peter Macon), sabio orangután de Borneo, se hará presente, así como Trevatham (William H. Macy, Óscar secundario por Fargo, 1996).

Lo más asombroso de este largometraje (145 minutos) es la pericia de su técnica, la que llaman CGI (Computer Generates Imagenery). Son imágenes generadas por ordenadores y que proyectan sus extraordinarios efectos visuales, tan bien logrados que podrían sobrepasar a los obtenidos en Avatar: el camino del agua (2022).

El planeta de simios y su realización

Además, tiene un guion escrito por Josh Friedman y Rick Jaffa, quienes dan a la historia un sentido lógico, por lo cual la cinta crece. Pero, repito, es la tecnología de captura de movimientos lo sorprendente.

Filmada en Australia, al aire libre, surge el interrogante de cómo apostaron la pantalla azul o verde para, sobre ellas, crear el escenario necesitado. Se sabe que los actores llevan puntuaciones en sus rostros, para sobre esas ‘líneas’ imponer el pelaje de los simios. Pero esto sucede en forma tan imperceptible, que se genera la sensación de que verdaderamente son simios, no humanos ‘disfrazados’.

Esto lleva a una pregunta: ¿cómo se hace una película necesitada de tanto tecnicismo? La respuesta vendría frente a un rompecabezas, que se rearma al pie de la moviola, su guion y allí crear el montaje perfecto. Por ello, este Nuevo Reino sobrepasa las expectativas y mantendrá en alerta al espectador que tiene ojos avizores.

La música, creada por John Paesano, amplía las emociones, las tensiones y hace de los momentos cruciales un mundo apocalíptico. Especialmente en la secuencia de la persecución experimentada por los seres humanos. Allí, la edición de sonido es precisa: más que sonidos, es el latir de las venas, la temerosa desesperación del prófugo.

Es tan épica la concepción del filme, que hace recordar las películas japonesas de Akira Kurosawa (1910-1998) y en alguna forma a Apocalypto, filme de Mel Gibson estrenado en 2006.

La cinematografía es llamativa por la variedad de sus escenarios y el hecho de que todas quedan captadas como expresión de la trama, de manera que el espectador necesitará poner su máxima atención al empezar a ver este nuevo reino.

En el campo de las actuaciones, sobresalen Owen Teague, Kevin Durand y Peter Macon. Aunque los ‘esconda’ el pelaje, son los ojos y las expresiones corporales los que tienen el peso de sus labores histriónicas, y ellos lo hacen con maestría.

Para concluir, este es un filme que demuestra, perfectamente, la evolución del cine, el que representa a la saciedad la magia del séptimo arte, el que se realiza en nuestro siglo.

Algo más. Para que estén bien informados, les dejo la lista completa de la franquicia que hoy tiene un nuevo despertar. Primera etapa: El planeta de los simios (1968), Regreso al planeta de los simios (1970), Huida del planeta de los simios (1971), La rebelión de los simios (1972), La batalla por el planeta de los simios (1973). Segunda etapa: El planeta de los simios (versión nueva, 2001), El origen del planeta de los simios (2011), El amanecer del planeta de los simios (2014) y La guerra del planeta de los simios (2017).

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