El turismo y la actividad pesquera se mezclan en un área de unos 500 metros lineales de playa, especialmente los fines de semana, en la zona del varadero, a unos 500 metros del rompeolas hacia el noreste. En ese lugar unas 400 embarcaciones se encuentran acoderadas en la arena, que reposan sobre troncos de balsas, tras sus jornadas de pesca.

Hay viajeros que reclaman su espacio, les incomoda compartirlo con las embarcaciones. Aunque para otros ese es el atractivo turístico, “ver las naves y la llegada de los pescadores con los frutos del mar, eso es lo interesante”, comenta el turista Jorge Valderrama, recostado en una embarcación que le daba sombra. Cerca de él una veintena de carpas y parasoles se confunden entre las fibras artesanales.

Sin embargo, no todos piensan lo mismo. Para el servidor turístico Carlos Jordán, las fibras le quitan espacio a la playa y son una molestia, especialmente cuando van a varar, porque se corre el riesgo de que algún bañista sea golpeado por algún bote, como ya ha pasado. Claro no es en toda la playa, pero es una zona muy importante y de mayor concentración, asegura Jordán.

Por eso los dirigentes consideran que la solución es edificar un muelle. Mauricio Lucin, presidente de la cooperativa de pesca Las Balsas, señala que es urgente la construcción de un muelle artesanal para las más de 400 embarcaciones, reconoce que son una molestia para el turista y que cada día hay más embarcaciones. Pone como ejemplo que en las balsas son 73 socios y están por llegar 15 más, esto porque el sector está compuesto por familias, los hijos crecen y pasan a ser dueños de otras embarcaciones y cada socio puede tener hasta dos.

Lucin destacó que se hicieron peticiones al Municipio a diferentes administraciones para la construcción de un muelle. “La respuesta que hemos recibido es que no existen los recursos y que esa obra no es de su competencia. Es el Gobierno el que debe edificar el muelle”, señaló.

Pero es urgente que se atienda esta necesidad, porque por la falta del muelle hay que empujar la nave hasta la arena y por esa acción se dañan. Pedro Escalante, pescador, sostiene que subir las embarcaciones a la playa todos los días, causa daño a la fibra por el roce con los troncos de balsa, les causa cuarteaduras.

Para evitar causar algún accidente con los bañistas, en un pacto con el Ministerio del Medio Ambiente, se acordó años atrás salir a faenas de pesca los fines de semana y feriados de 07:00 a 18:00; es decir, la nave puede ingresar a la playa, después de las 18:00, cuando ya nadie se baña. Algunos pescadores optaron por no salir. Pero el acuerdo también señala que los dueños de las pangas, de menos recursos como los balseros, pongan parasoles en el área del varadero, como actividad alterna para que tengan ingresos esos días que no salen a pescar.

Los trabajadores también piden un astillero. Roberto Cruz, presidente del gremio de pescadores artesanales, que reúne a cuatro cooperativas y una asociación, señala la necesidad de construir un astillero.

“Existe un terreno que donó el Cabildo en la vía a Engabao, donde se llevaban las embarcaciones que ya cumplieron su vida útil, pero las reparaciones se hacen en la playa y otras quedan abandonadas, lo que genera desechos, además son refugio de delincuentes y consumidores de droga, entonces también se necesita un astillero”, sentenció.

Pelipho Franco, director de Turismo, dijo a este Diario que existe ya un proyecto de la Universidad de Cuenca respecto a la construcción del muelle, que estaría ubicado en el estero de Data de Villamil, a 12 kilómetros de Playas, y que también estaría al servicio de los pescadores de Enbagabao, donde hay unas 300 embarcaciones.