Avenida Ernesto Albán
Desde la Domingo Comín hasta la 25 de Julio, la avenida Ernesto Albán luce ordenada, con casas de tres pisos e incluso mansiones.Miguel Canales / EXPRESO

Guayaquil: Tres realidades distintas cruzan por la avenida Ernesto Albán

Desde viviendas de tres pisos y mansiones, hasta villas y casas de caña se observan en los 2,7 kilómetros de la vía La inseguridad es el mal común

La Ernesto Albán Mosquera, que se cruza con la 25 de Julio a la altura del centro comercial Mall del Sur, es una avenida de intensos contrastes. En sus 2,7 kilómetros se levantan siete ciudadelas y dos cooperativas donde los residentes viven rodeados de tradicionales almacenes de ropa y plásticos, bares, restaurantes, clínicas, gimnasios, gabinetes de belleza, asaderos de pollos, tiendas de abarrotes, autos modernos y hasta tricimotos.

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Las clases alta, media y baja confluyen en la misma avenida sureña, donde se observan tres mundos diferentes.

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Desde la avenida Domingo Comín hasta la 25 de Julio está el área residencial de las ciudadelas Los Almendros y Nueve de Octubre, ubicadas hacia el lado este de la arteria principal, con viviendas de una planta, otras de más de tres pisos e incluso mansiones que hacen muy atractiva la zona.

Este tramo de la avenida es muy tranquilo por las mañanas, pero en las noches hay mucho movimiento.

Emilio Santander, residente de Los Almendros

Hace una década se convirtió en comercial con la instalación de nuevos negocios como cafeterías, heladerías, farmacias, salones de festejos, cangrejales y hasta food truck (camión de comida), que la convierten en una vía de mucho movimiento, especialmente en las noches y los fines de semana. Esto gusta a unos y molesta a otros.

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“Tenemos tiendas y grandes almacenes cercanos como De Prati Sur y Picca para ir de compras, restaurantes para ir a comer o hacer pedidos sin salir de casa. Hay de todo en la zona”, señala Sebastián Salvatierra, cuya vivienda está diagonal a uno de estos establecimientos.

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Pero Paola Molineros, quien reside desde hace 30 años en Los Almendros, tiene otro punto de vista. “En el día la avenida es tranquila, con escasos problemas. Hay dos gimnasios para hacer ejercicios, varios centros médicos y el Instituto del Riñón y Diálisis, además de gabinetes para damas y caballeros, un local de belleza para mascotas y hasta una unidad educativa”, enumera.

Los informales se han tomado las veredas de las viviendas. El tránsito vehicular es terrible en las horas pico.

Melissa Cárdenas, habitante de la Huancavilca Sur
Av. Ernesto Albán
Desde el Mall del Sur hasta la calle Tulcán, los negocios se han tomado hasta las veredas, incluso de las viviendas, convirtiéndolas en un laberinto.Amelia Andrade / EXPRESO

No obstante, advierte que cuando empieza la noche hay mucha bulla por la música a todo volumen de los bares, “sobre todo cuando hay fútbol, aparte de los viernes y sábados”, menciona, al recordar que hace 15 años solo había una clínica estética y unos cuantos restaurantes donde se expendían almuerzos.

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Atravesando el puente de la avenida 25 de Julio están las ciudadelas Huancavilca, Morejón Almeida, del Maestro, del Periodista y Guangala, donde las personas de clase media habitan en villas de cemento, rodeadas por el centro comercial Mall del Sur, el Hospital Teodoro Maldonado Carbo del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), pequeños y grandes negocios, así como vendedores informales que se toman las calles y estrechan las aceras.

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“Hay locales de venta de zapatos, ropa, cadenas de farmacias, negocios de tecnología, chifas y hasta carretas que venden jugos y batidos en las veredas”, detalla Carmen Muñoz, quien reside en la Morejón Almeida, una ciudadela cerrada con guardianía privada, pero que prácticamente está tapada por los locales existentes.

Los habitantes de las ciudadelas ubicadas en este tramo de la avenida se quejan por el fuerte tránsito, que hace que la zona sea peligrosa a todas horas y ruidosa en las denominadas horas pico.

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En la intersección de la Ernesto Albán con la calle Tulcán, donde se levanta el local de Tía, terminan las villas hechas de cemento y con fachadas bien pintadas, y empiezan las casas descoloridas y pequeñas construidas en la cooperativa Las Malvinas.

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En el sector predominan las tiendas de abarrotes, tercenas, criaderos de pollos, bazares, pequeños comedores y quioscos de venta de encebollados.

Avenida Ernesto Albán
Desde Tulcán hasta el puente del estero del Muerto, la avenida Ernesto Albán se muestra desordenada por los negocios a la intemperie y el paso de las tricimotos.Amelia Andrade / EXPRESO

Avanzando hacia el oeste, en el límite que alcanza el puente sobre el estero El Muerto que conecta el sector Las Malvinas con la Isla Trinitaria, aparecen locales de venta de materiales de construcción.

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Mientras que en el sector conocido como Esmeraldas Chiquito, las casas de tabla y caña son el denominador común. También hay ferias informales donde se expenden frutas, legumbres y verduras que reposan en el piso.

Estos son los tres rostros de la avenida Ernesto Albán Mosquera, todos diferentes, pero con algo en común: el ambiente de inseguridad, que no distingue clases sociales y ataca a todos por igual.

ProblemasLos trancones vehiculares se apoderan de la avenida en horas pico, mientras que la inseguridad está siempre latente.