Es una problemática social que se extiende cada vez a más sectores. Los puentes peatonales, aceras, portales o parques son algunos de los espacios que personas sin hogar ocupan, ya sea con sol o lluvia. Y se suman los abandonados por sus parientes y hasta familias enteras, sobre todo de origen extranjero.

No se sabe con certeza cuántos indigentes hay en Guayaquil, pues falta realizar un censo; pero lo que sí es evidente es que faltan más albergues para atender esta situación. El Municipio de la ciudad solo cuenta con uno, llamado Volver a Soñar, que está ubicado en la cooperativa Autoridad Aeroportuaria, en el sur.

De esto da cuenta Camilo Samán, gerente general de la Empresa Pública de Desarrollo Acción Social y Educación (DASE), quien en diálogo con EXPRESO estimó cuántos albergues necesita la urbe: al menos cinco. “Guayaquil tiene más habitantes que Uruguay y solo tiene uno. Estamos en coordinación con la Dupot (dirección municipal de Planificación Urbana, Proyectos y Ordenamiento Territorial) para buscar los espacios”, adelanta.

En torno a este tema, al que Samán califica como “urgente”, se ejecutan operativos con la participación de diferentes instituciones y en estos se ejecutan desalojos. En su mayoría, los casos obedecen a personas que pernoctan en los espacios públicos de la ciudad.

En medio de este panorama, está el temor que genera en diferentes residentes de barrios y ciudadelas la imagen de personas durmiendo en los parques o en improvisadas covachas, lo que genera en ciertas personas resistencia de ir a estos sitios.

Sin embargo, Jimmy Ruiz, subdirector de Justicia y Vigilancia, precisa que la tarea de esta dependencia municipal es recuperar aquellos espacios públicos, mientras reubica a las personas.

Sobre estas acciones, hay ciertos lugares a los que siempre llegan personas en situación de calle. Se trata del espacio del rocódromo en los alrededores de la terminal terrestre y debajo del paso a desnivel de la avenida de las Américas. En esos puntos hace poco se efectuó un operativo en el que 70 personas fueron retiradas, de las cuales 40 aceptaron ir al Centro de Atención Municipal Integral (CAMI) de Pascuales, en el noroeste.

Es un hecho que quienes llegan al albergue tienen diferentes realidades, pero en este caso se originó una “nueva categoría”: personas (o familias enteras) que no pudieron pagar un arriendo y les tocó ir a la calle incluso con sus mascotas.

“No tenían cómo pagar (el alquiler) y tenían todo acá, cocina, enseres... En el albergue hay reglas, pero hicimos que temporalmente estén como núcleos familiares (en el CAMI)”, explica el funcionario, al recordar que en los operativos pide asistencia al Ministerio Ecuatoriano de Inclusión Económica y Social (MIES).

Ruiz indica que esta última acción antes no se daba, pues iban al albergue Volver a Soñar, y hoy este es uno de los efectos que arroja esta situación. En ese CAMI, hasta el momento, se registran 14 grupos familiares y 5 personas solas.

En total, 54 personas fueron acogidas ahí, mientras que de acuerdo con ambos funcionarios se han registrado 16 casos de personas reinsertadas.

Se sabe que en los CAMI se ofrecen programas y actividades que, según el Cabildo, “estimulan el emprendimiento, capacitaciones formativas de concientización social, actividades deportivas y artísticas, además de proveer servicios de cuidado y esparcimiento para grupos prioritarios”.

Aunque el Municipio hizo hace unos días un operativo donde retiró a unas 70 personas en la misma zona del rocódromo y del paso a desnivel de la avenida de las Américas, un equipo de este Diario comprobó que aún había gente sin hogar en este último lugar. Entre ellos, niños.

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