Guayacos es una sección en la que contamos historias de los habitantes de Guayaquil, vidas que alimentan y hacen más rica esta ciudad. Relatos que ayudan a conocer mejor la madera de la que están hechos.

Pisar el pastificio Tagliere da la impresión de que ingresas por un pasadizo que lleva directo a Bolonia. Resguardado por las calles del sector la Puntilla, en Samborondón, el pedacito europeo que crearon hace más de un año los hermanos Juan y Andrés Torres evoca los colores, olores y sabores de la cuna del arte y gastronomía: Italia.

Andrés, chef bogotano de 30 años, con sus dedos acaricia la masa (harina, huevo y agua), no quita su mirada de la mezcla, con la habilidad que aprendió en la ciudad del norte italiano explica que de la paciencia y delicadeza nacerá un tortelloni perfecto en su estructura que recibirá el relleno de ricotta.

Mantiene su atención en la pieza gastronómica, no emite una palabra. Pulula en la cocina su pasión, aquel sentimiento que contagia a sus comensales cuando les enseña a esculpir un tortelloni (pasta que se acompaña con distintas salsas) en las cenas dinámicas que ofrece hace varios meses. “Me encanta hablar de pasta, vivir todos los días haciendo pasta, es un mundo. Cambia el estilo de vida, desde la alimentación hasta el respeto al trabajo artesanal”, confiesa a EXPRESO.

¿Qué significa tagliere?

El nombre con el que bautizaron su negocio es una especie de homenaje a la mesa de madera que utilizan los italianos para cortar la carne o preparar pasta: tagliere. En noviembre de 2019, con la apertura del pastificio (lugar que prepara y vende pasta) se solidificaron las enseñanzas que adquirió Andrés luego de que, hambriento por conocer la cultura gastronómica de Italia, viajara a Bolonia. En tres meses se consolidó como artesano de la pasta.

Artesanía, el término que mueve el oficio de los hermanos Torres. En un estante en forma de premio muestran las herramientas que emplean para cortar las 8 clases de las 400 pastas que tiene Italia.

“Me di cuenta que en la ciudad no había un pastificio”, responde cuando se le pregunta de dónde nació la idea. Hoy, bajo reserva, esperan a grupos de 6 a 8 personas que, llenos de expectativas, durante dos horas reciben una exprés clase magistral de cómo elaborar pasta para luego terminar con una cena de cuatro tiempos (tabla antipasto, pasta y proteína, postre y una copa de vino) con productos importados del país de su inspiración. 

Andrés confiesa que muchas veces las palmas de sus manos se cansan de amasar por varias horas los kilos de harina hasta que esta quede homogénea; aún así, la gratificación que siente al saber que las personas aprecian el trabajo artesanal de elaborar pasta es inconmensurable. 

Si sabes de un personaje de tu barrio o círculo que todo el mundo debería conocer, escribe a lopezk@granasa.com.ec