El feriado de Carnaval que se extendió desde el lunes 12 hasta el martes 13 de febrero terminó en fiesta para los residentes de las zonas del suroeste de Guayaquil.

A las 16:00 del martes, el sol ‘abrazaba’ a la urbe porteña y el calor invitaba a niños y adultos a darse un ‘chapuzón’ con globos, espuma y agua, como en el caso de la familia Valencia, en la 11 y Febres Cordero.

Ellos habían armado la fiesta solo entre familia. Más de 50 personas, entre pequeños y grandes, celebraban en la casa de una de las tías del grupo y con mucha algarabía pasaron las últimas horas del asueto.

La espuma volaba tanto que hasta una bebé, que estaba en brazos de su mamá, terminó embarrada de las burbujas. “¡Oye, mira a la bebe!”, dijo quien la tenía a su cuidado, mientras alguien más le limpiaba el rostro.

Una de las integrantes de la familia contó a EXPRESO que en su juego se incluyó sangre de animal. “Mi tía, la dueña de casa, vende salchicha (plato típico) aquí y mi primo (señaló a su izquierda) fue el promotor del relajo”, comentó. Todos, con bebidas en mano, bailaban al son de ritmos tropicales.

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Mientras que un grupo de amigos de la Décima y García Goyena, también al suroeste, festejaron con un balón: entre 10 y 15 personas se reunieron a jugar ecuavoley en la calle.

Gabriel, uno de los participantes, dijo que es una tradición salir a jugar los viernes y sábados, pero que el día libre fue aprovechado por todos para distraerse en el deporte.

La comida, en todos los casos, fue infaltable: las alitas y chuzos eran el alimento en común que tenían todas las viviendas.

La familia Cuesta, de la Décima y El Oro, incluso aprovecho a cantarle el cumpleaños a la tía Lupe Cajilema, cuyo onomástico coincide con este martes de Carnaval. “¡Aquí dice que hoy es mi cumpleaños!”, dijo muy contenta mostrando su cédula de identidad.

Mientras que sus sobrinos, entre ellos su sobrino Juan Cuesta, se ocupaban del asador con chuletas y otras proteínas, ella estaba feliz viendo a los más chiquitos sumergidos en la piscina que había instalado en la sala de su residencia.

“Como dijeron que no se podía en la calle, hicimos caso y la pusimos en la sala. ¡No se molesta a nadie!”, dijo la dueña de casa, Lupe. Sus allegados se encontraba reunidos desde las 14:00 y solo esperaban que las carnes estén listas para servirlas.

Por otro lado, en el peaje Chongón, punto obligatorio de parada en el retorno hacia la ciudad de Guayaquil desde los balnearios de Guayas y Santa Elena, no se registraba gran acumulación de vehículos a las 18:00.

Según agentes de la Autoridad de Tránsito y Movilidad (ATM), en la tarde del lunes 12 los automotores se registro más afluencia en el retorno. “La fila de carros llegaba a Cerecita (localidad ubicada a 26 kilómetros del peaje)”, confirmó.

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